Adjetivos
Encuentra 10 adjetivos del texto siguiente:
Dana se había preguntado a menudo qué hacía él allí, pero nunca había hecho nada
por averiguarlo. Después de cinco años en la Torre no había logrado coger confianza
con el elfo, porque él siempre se mostraba frío y reservado, aunque nunca había
llegado a ser descortés. Finalmente habían terminado por tratarse con corrección, pero
con indiferencia, ignorándose y evitándose el uno al otro la mayor parte de las veces.
Dana llegaba ya a la verja encantada. La abrió con un sencillo hechizo, y sonrió
recordando la primera vez que había franqueado aquel portal. Se pasó una mano por el
pelo para apartárselo de la cara y dejó que Lunaestrella avanzara por sí sola hacia el
establo.
Luego pasó por la cocina antes de subir a su habitación.
--Buenas noches, Maritta -saludó.
La enana gruñó algo. Estaba ocupada sacándole brillo a una vieja marmita. En la pila se
acumulaban los cacharros sucios que había usado para hacer la cena, junto con los
platos de la comida, todavía sin fregar.
--Veo que has estado atareada hoy -comentó Dana, y, sin esperar respuesta, pronunció
a media voz las palabras de un hechizo.
Enseguida, los cacharros empezaron a fregarse solos. Maritta levantó la cabeza para
observar el prodigio, nada sorprendida.
Dana se había preguntado a menudo qué hacía él allí, pero nunca había hecho nada
por averiguarlo. Después de cinco años en la Torre no había logrado coger confianza
con el elfo, porque él siempre se mostraba frío y reservado, aunque nunca había
llegado a ser descortés. Finalmente habían terminado por tratarse con corrección, pero
con indiferencia, ignorándose y evitándose el uno al otro la mayor parte de las veces.
Dana llegaba ya a la verja encantada. La abrió con un sencillo hechizo, y sonrió
recordando la primera vez que había franqueado aquel portal. Se pasó una mano por el
pelo para apartárselo de la cara y dejó que Lunaestrella avanzara por sí sola hacia el
establo.
Luego pasó por la cocina antes de subir a su habitación.
--Buenas noches, Maritta -saludó.
La enana gruñó algo. Estaba ocupada sacándole brillo a una vieja marmita. En la pila se
acumulaban los cacharros sucios que había usado para hacer la cena, junto con los
platos de la comida, todavía sin fregar.
--Veo que has estado atareada hoy -comentó Dana, y, sin esperar respuesta, pronunció
a media voz las palabras de un hechizo.
Enseguida, los cacharros empezaron a fregarse solos. Maritta levantó la cabeza para
observar el prodigio, nada sorprendida.
Edad recomendada: 12 años
Creada por
Teresa Pérez Giménez
España
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