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Fortunata y Jacinta

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Frangmento de Fortunata y Jacinta

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Fortunata y Jacinta

Frangmento de Fortunata y Jacinta

Andres Alvarez Amieva
1

surgían sinvergüenza sala temblaban déjese cristal sentándose usted ojos ama criada cerrojo cocina dignidad

Lo más particular era que la misma Fortunata , al correr el con tanto cuidado , había sentido , allá en el más apartado escondrijo de su alma , un travieso anhelo de volverlo a descorrer . Podría ser ilusión suya ; pero creía ver , cual si la puerta fuera de , a la persona que tras esta , a su parecer , estaba . . . Le conocía , ¡ cosa más rara ! , en la manera de empujar , en la manera de rasguñar la fechadura en la manera de probar una llave que no servía . Durante un rato , señora y no se miraron . A la primera le las manos y le andaba por dentro del cráneo un barullo tumultuoso . La sirviente clavaba en la señora sus de gato , y su irónica sonrisa podría ser lo mismo el único aspecto cómico de la escena que el más terrible y dramático . Pero de repente , sin saber cómo , criada y cruzaron sus miradas , y en una mirada pareció que se entendieron . Patricia le decía con sus ojuelos que arañaban : «Abra , tonta , y de remilgos» . La señora decía : « ¿ Le parece a usted bien que abra ? . . . ¿ Cree usted que . . . ? » .
Pero a Fortunata la ganó de súbito el decoro , y tuvo un rechazo de honor y .
«Si esto sigue - dijo - , despertaré a mi marido . ¡ Ah ! , ya parece que se retira el ladrón , pues ladrón debe de ser . . . » . Tocó el cerrojo para cerciorarse de que estaba corrido , y se fue a la . Patricia volvió a la . «En todo caso , es demasiado pronto» pensó Fortunata en una silla y poniéndose a pensar . Fue como una concesión a las ideas malas que con tanta presteza de su cerebro , como salen del hormiguero las hormigas , en larga procesión , negras y diligentes . Después trató de rehacerse de nuevo : «Resueltamente , mañana le digo a mi marido que la casa no me gusta y que es preciso que nos mudemos . Y a esta la planto en la calle» .