De los etruscos tomaron las bóvedas y cúpulas para cubrir grandes edificaciones; de los griegos, columnas, capiteles, etc.
Se destacaron por la practicidad de sus construcciones.
La ciudad de Roma tenía más de un millón de habitantes.
Se basaba en la agricultura y el comercio.
Esto les permitió construir edificios públicos (teatros, basílicas y termas), obras públicas (acueductos, canales y caminos) y monumentos conmemorativos (arcos y columnas)
que se vio favorecido por el extenso uso de la moneda.
Desarrollaron nuevas técnicas, como el mortero, para dar más solidez a las edificaciones.
En las ciudades había dos tipos de viviendas.
Los más adinerados vivían en domus, casas individuales con un patio central y numerosas dependencias.
Las personas de pocos recursos vivían en los insulae, pequeñas viviendas ubicadas en edificios de hasta cinco pisos.
En el imperio, las ciudades tuvieron gran importancia. Las nuevas tenían una estructura de cuadrícula basada en la de los campamentos militares, estaban rodeadas de murallas y se organizaban a partir de dos calles principales.
De sus antecesores y vecinos tomaron tecnología y estilos artísticos