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Tomar en cuenta que hay cosas que no se saben; entonces preguntarse ¿qué se puede hacer para cubrir esos huecos?

Tomar en cuenta hipótesis y escenarios contrarios, y analizar estas opciones.

Tomar en cuenta las emociones para la decisión y durante el momento en que se toma la decisión.

Estar bien descansado y con 8 horas de sueño. Al igual que la comida, la falta de sueño genera que no pensemos adecuadamente

Tomarse el tiempo necesario: no se puede tomar una decisión importante rápidamente, y es necesario asumir ese tiempo. Si se toma un atajo, aumentan las posibilidades de tomar malas decisiones, aunque nos tratemos de convencer de lo contrario.

Pensar y analizar con listas, escribir, meditar, dejar pasar un rato y regresar a ver lo que uno escribió y otorgarle un lugar especial a la intuición.

Pensar primero en áreas generales, y luego ir definiendo de forma más específica. Es decir, quitar los elementos innecesarios para poder empezar desde un panorama general hasta el más específico que se necesite.

Trabajar con el IKIGAI.

Aprender de los errores y ser compasivos con uno mismo (todos nos equivocamos y no es el fin del mundo).

Tomar decisiones después de comer. Los niveles bajos de azúcar en el cuerpo pueden obstruir el buen funcionamiento racional y emocional.

Analizar qué factores que están en juego en una lista de jerarquías.

Meditar o tranquilizar la mente antes de tomar una decisión, como se ha sugerido anteriormente.

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