Vida de Santa Rafaela María.
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Una niña que quiso ser santa.
El 1° de marzo de 1850, en un lindo pueblito, de Córdoba, España, llamado Pedro Abad, nació Rafaela María Porras Ayllón.
Al día siguiente, el 2 de marzo, la llevaron a bautizar a la parroquia del pueblo.Este fue el día más feliz de su vida, porque nació a la fe como hija de Dios.
Sus papás fueron don Ildefonso y doña Rafaela. Eran personas muy buenas y generosas. Amaban a sus seis hijos con ternura y dedicación.
Su papá, don Ildefonso Porras, era el alcalde de Pedro Abad. Durante una epidemia de cólera, ayudando a los enfermos se contagió y falleció, dejando un gran ejemplo de solidaridad y servicio.
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Aprendiendo en Pedro Abad
Como no había colegios en aquel tiempo en Pedro Abad, un profesor les daba clase en su casa.Rafaela y Dolores eran muy buenas alumnas.
Rafaela y Dolores, todos los días iban a la plaza del pueblo y reunían a los chicos pobres, para enseñarles todo lo que a ellas el profesor les había explicado.Así nació su pasión por educar.
Junto a su mamá y su hermana, visitaban a los enfermos y necesitados y les llevaban alimentos y medicinas para aliviarlos.
Cuando cumplió 15 años, Rafaela le prometió a Jesús que sería suya para siempre. ¡Estaba muy feliz de ser toda de Jesús!
Al cumplir 19 años, junto a Dolores y algunas amigas, dejó Pedro Abad para pensar de qué manera podrían ser felices sirviendo a Jesús .
Rafaela y Dolores fundaron la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, para enseñar, ayudar, servir y adorar a Jesús Eucaristía en todo el mundo.
Aunque era muy joven, la eligieron Madre superiora por ser tan buena, amable y sencilla.
Años después la enviaron a la casa de Roma, allí Rafaela era una hermana más. Se dedicó con amor a las tareas más sencillas como limpiar, rezar y cocinar.
Pasaron los años y Rafaela se enfermó. Rezaba con mucho amor por las hermanas que menos la querían y escribía muchas cartas, dando consejos y enseñando a todas las personas que conocía.
El 6 de enero de 1925 Rafaela María partió al cielo para estar bien cerquita de su amado Jesús. Desde allí nos bendice y reza a Dios por nosotros con gran ternura y amor.Por eso nosotros decimos: ¡Santa Rafaela María, ruega por nosotros!
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