La Eneida es el gran poema épico romano. Su autor, el poeta Publio Virgilio Marón, dedicó los últimos once años de su vida—concretamente, desde el año 29 a. C. hasta el 18 a. C.— a narrar la huída de Troya del príncipe Eneas y su llegada a las tierras del Lacio. Al mismo tiempo que se renovaba la épica romana, el poeta Horacio hacía lo propio con la lírica gracias a la publicación de sus Odas. Ambas son concebidas como obras que pretenden ensalzar la nación romana y los valores a ella adscritos. De haberse publicado en nuestros días, probablemente la definiríamos como poesía política, pero quizá no sea apropiado hacerlo —al menos, con las connotaciones que hoy tiene el término política— en referencia a tales obras si no queremos mirar al pasado con los ojos del presente.
Virgilio nació en el año 70 a. C. cerca de la ciudad de Mantua, en lo que actualmente es la región de Lombardía. Además de por la Eneida, el poeta romano es conocido por las Bucólicas y las Geórgicas; en la primera se alaba el modo de vida pastoril, rústico, mientras que en la segunda, planteada desde una perspectiva didáctica, se pretende informar acerca de las costumbres rurales y el mundo agrícola.
Por ello, es considerado como uno de los más ínclitos poetas romanos y como tal fue tratado durante la Edad Media, gracias en parte a la Divina Comedia de Dante Alighieri, en la que Virgilio acompaña a Dante durante su viaje por el Infierno y el Purgatorio. De hecho, es conocido el verso en que Dante reconoce a Virgilio como su maestro e inspiración: «Tu duca, tu segnore e tu maestro» (Divina Comedia, II, 140).