Dicho esto, los campesinos continuaron su camino y rápidamente
llegaron hasta donde se encontraba el pastor junto a sus ovejas. Esta
vez habían llegado en menos tiempo que la vez anterior pero triste fue su
reacción cuando vieron al pastor recostado sobre el tronco de un árbol
riendo sin parar.
Esto ha sido mucho más gracioso que la vez anterior jajaja – decía
el pastor y no paraba de reír.
Los campesinos, esta vez furiosos, se retiraron jurando no volver a hacer
caso al pastor al que apodaron como el pastor mentiroso.
Pasó cierto tiempo y un buen día volvieron a escuchar:
¡Oh no! ¡Es el lobo!¡El lobo está aquí! ¡Oh, por favor!, que
alguien venga a ayudarme. Ha empezado a devorar a mis
ovejas