Cuando su amo lo echó de menos, pese al duro día de trabajo, salió
a buscarlo por todas partes. Encontró una extraña figura. Sintió
terror y huyó.
Al poco rato, el amo recordó las grandes orejas que salían de la piel
del león y se dio cuenta de la mentira.
Regresó donde estaba el animal y le quitó el disfraz, haciéndole
pasar mucha vergüenza ante los demás animales de la región.
Partió el amo rumbo a su campo y el asno con la cabeza gacha lo
siguió.