Dar sin esperar nada a cambio nos permite abandonar los apegos y el Ego que se alimenta del reconocimiento.
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¿Cuál de los siguientes enunciados describe una persona egoísta?
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¿Cuáles son las características de una persona altruista?
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¿Cuál es la ventaja de 'Dar sin esperar nada a cambio' en las relaciones humanas?
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¿El contenido del video permitió reflexionar sobre tu forma de pensar y ver el mundo que te rodea?
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¿Cuál consideras que es el mejor regalo?
Explicación
El antónimo de egoísmo, su contrario, es el altruismo, y se define por ser aquellas actitudes y conductas desinteresadas que hacemos para ayudar a alguien. Es importante conocer algunas características que definen a las personas egoístas; conductas y hábitos cotidianos que nos pueden advertir de que solamente vamos a obtener su ayuda si obtienen algo a cambio de ella.
1. Aprovechan la situación para salir beneficiadas
Es bastante frecuente que traten de obtener algún tipo de beneficio de las situaciones cotidianas. Son pequeños detalles que pueden pasar desapercibidos, como por ejemplo pagar menos en una cena entre amigos, ir siempre en el coche de alguien o copiar en un examen.
Las personas egoístas suelen buscar pequeños recovecos diarios para sacar provecho de una forma un tanto ilegítima. Todos en alguna ocasión hemos actuado así, y tampoco es nada de lo que preocuparse, pero hay algunos individuos que se exceden en este tipo de actitudes y son expertos en sacar rendimiento de múltiples situaciones.
2. Son poco propensas a compartir
Si en el punto 1 hablábamos de la capacidad de las personas egoístas para sacar provecho de ciertas situaciones cotidianas, en este segundo punto destacamos su poca propensión a compartir.
Por ejemplo, cuando un amigo eventualmente no lleva dinero encima con el que pagar la entrada de cine, son muy reacios a ofrecerse para pagar ellos. Sucede lo mismo con todas las posesiones materiales (e inmateriales en ocasiones): no les gusta hacer partícipes de ellas a terceras personas, prefieren disfrutarlas en soledad. Dan mucha importancia a la exclusividad, a sentirse bien por ser los únicos que pueden disfrutar de un cómic nuevo, un videojuego, un libro, un coche...
3. Llevan al extremo el principio de reciprocidad
...O podríamos decir que son un poco rencorosas. Si cuando es su cumpleaños te invita a su fiesta y no le haces ningún regalo, seguramente no te dirá nada, pero apuntará tu nombre en la lista negra, y olvídate de recibir algún detalle por su parte en el futuro.
Estas personas suelen tener una concepción de las relaciones humanas con ciertos esquemas económicos: solo dan algo si van a recibir algo a cambio. No acostumbran a tener detalles de forma desinteresada.
4. Raramente se desprenden del “último ejemplar”
Si le pides a un individuo egoísta un chicle o un poco de agua que les queda en una botella… olvídate de que te lo den. Encontrarán una excusa para reservarse para ellos esas pocas existencias, no se arriesgarán a quedarse sin ellas.
Para ello podrán recurrir desde a justificaciones más o menos creíbles hasta mentiras. Por ejemplo, es bastante habitual que, si les pides un chicle y solo les queda uno, te aseguren que ya se les han acabado.
5. Temen prestar cualquier cosa
Si le pides algo prestado a una persona egoísta, es bastante probable que no te lo ceda a no ser que haya un motivo de peso para hacerlo (por ejemplo, que te pueda pedir algo a cambio, o que se reserve el favor para usarlo en el futuro).
Piensan que prestar ese bolígrafo, libro, disco… supondrá la posibilidad de que no vuelva a sus manos. E incluso puede que piensen con un criterio economicista “¿Para qué lo voy a prestar si no es a cambio de algo?”.
6. Aplican la ley del mínimo coste
Este tipo de personas solo están dispuestas a recoger con su coche a un amigo si éste vive cerca, o si el sitio les viene de camino. No contemplan la posibilidad de desviarse de su rumbo para hacer un favor a alguien.
En definitiva, las personas egoístas aplican un criterio de eficiencia a su vida social, con lo cual pueden resultar desagradables, demasiado frías y calculadoras y poco amistosas. Por suerte, todos estamos a tiempo de detectar si somos un poco egoístas y empezar a pensar de otro modo, con principios y actitudes que nos ayuden a conectar con los demás y fomentando la empatía.
Una persona altruista se caracteriza por poseer una tendencia natural de apoyar a otros mediante el sacrificio personal buscando el bienestar de la comunidad o sociedad y actúa esperando crear un mundo mejor. A continuación, se detallan diez características de una persona altruista.
1. Dedica tiempo a los demás
Una persona altruista dedica tiempo para apoyar a los demás sin esperar nada a cambio. No actúa por intereses personales ni por vanidad.
2. Comparte
Un altruista comparte lo que tiene sin esperar recompensas ni reconocimientos. La finalidad de la ayuda altruista es solidaria, o sea, colabora en lo que puede para entregar la atención necesaria para aquellos que lo necesitan en mayor medida.
3. Es detallista
El altruismo se asocia al amor mediante comportamientos que se dirigen hacia un cambio social en su entorno, o sea, más que solo ayudar, también se dedica a pensar y actuar en detalles que pueden generar una diferencia en las causas que apoyan.
4. Es empático
Una persona altruista se caracteriza por ser empático e identificarse personalmente con las personas y las causas que le preocupan. Se esfuerza en entender el sentimiento de los otros, experimentando de forma racional y objetiva el sufrimiento, dolor y dificultades ajenas.
5. Ayuda a los necesitados
Una persona altruista ayuda a los más necesitados para aumentar las probabilidades de supervivencia de otros, sin que le importe que para ello signifique reducir sus propias comodidades o calidad de vida.
6. Protege el amor
El amor es el motor de una persona altruista, por lo tanto la protege y da a aquellos que necesitan de su compasión. El altruista usa el corazón y la cabeza para determinar el mejor camino para entregar y proteger el amor destinado a un fin común.
7. Cuida el medio ambiente
La persona altruista cuida del medio ambiente porque sabe dar y sabe agradecer lo que recibe a cambio. El medio ambiente es lo que nos da la vida y todo lo que necesitamos para sobrevivir, por lo tanto, el altruista que protege el amor, también protege el entorno que nos entrega todo sin esperar nada a cambio.
8. Promueve la paz
Un altruista promueve la paz y rechaza la guerra pensando en el bienestar de todos. Mediante la paz, las sociedades tienen más posibilidades de alcanzar un equilibrio espiritual y mental aumentando su calidad de vida interior y, como consecuencia, con su entorno.
9. Se pone en los zapatos del otro
Una persona altruista es capaz de ponerse en el zapato de los otros comprendiendo las dificultades que han pasado y las injusticias que los afectaron a pesar de no haber vivenciado las mismas situaciones. Lograr abstraerse de su propia condición y considerar que otros no tuvieron las mismas oportunidades, hace al altruista una persona que opera para ayudar a los otros genuinamente.
10. Piensa primero en los otros
El altruista piensa en los intereses de los otros antes por sobre su propio beneficio. Considera que algunos actos o cosas pueden significar mucho más para los otros que para él, compartiendo y sacrificando sin otros intereses que no sea lo que considera justo.
Hay ocasiones en que las personas ofrecemos ayuda de algún tipo, pero ésta debe de ser dada de corazón, sin esperar nada a cambio, mucho menos reconocimiento.
Dar es una de las acciones más gratificantes para el ser humano, dar de corazón nos posiciona en armonía con la energía positiva del universo, y aunque no esperemos nada a cambio, el universo siempre resulta muy justo en este sentido y se encarga de que recibamos lo mejor. Sin embargo, cuando damos para sentir el reconocimiento, para manipular, chantajear, para reclamar algo a cambio o para tenerlo como carta bajo la manga cuando sea oportuno sacarlo a relucir, lo estamos haciendo desde el lugar equivocado, estamos dando para solamente alimentar nuestro ego, para sentir poder, control, para inclusive sentirnos bondadosos, pero eso ya es egoísmo, cuando das de corazón, no estás pensando en cosas como: Soy un 7% más bondadoso que antes o ahora soy mejor persona, eso se llama EGO.
Oportunidades para ayudar a las personas, se presentan a diario, si compartimos lo que tenemos se nos multiplica, hay muchos gestos para ofrecer a cada momento, visitar a algún enfermo, ayudar a cargar el mandado, ceder un asiento, cuidar a los niños pequeños, ayudar a cruzar la calle, comprar comida para alguna persona necesitada, o si tienes la capacidad de hacer contribuciones más costosas, hazlo, aunque no es necesario gastar una fortuna, lo importante es tener la disposición, siempre hay algo que dar.
Una buena persona nunca platica las acciones que ha realizado, ni enumera a las personas a las que ha ayudado, no ve su apoyo como un fondo de inversión, y mucho menos espera un reconocimiento, aun cuando lo merezca.
Trata de meditar, si hasta ahora habías estado alimentando tu EGO o si en realidad lo hacías de corazón. Explotemos esa cualidad y ayudemos al mundo a ser mejor… sin esperar un aplauso.
Nota a considerar:
Una de las mayores frustraciones de las personas es la sensación de no recibir lo mismo que entregan. En muchas partes del mundo existen personas bondadosas, entregadas y generosas. Personas que actúan así porque se educaron en esos valores o porque un día decidieron ser así. Nos comportamos con los demás como nos gustaría que se comportaran con nosotros y partimos de la idea de que los valores que rigen nuestra conducta son buenos, y que, por ello, otros también deberían tenerlos. Pero este es el error… pensar que los demás piensan como tú. La frustración de las personas, no viene de lo que ellos entregan, sino de la sensación de no correspondencia cuando ellos necesitan que se les preste ayuda, apoyo, ánimo o ilusión.
Dar es gratificante. Recibir también. Pero el mundo no siempre es justo ni equilibrado. Tampoco es controlable. No es como a ti te gustaría que fuera. Puedes en gran parte sembrar, pero no siempre vas a cosechar. Unas veces sí, otras veces no. Y esto se debe a muchos motivos. Por egoísmo, porque tú no les importes tanto como imaginabas, porque tengan otras prioridades. Puede simplemente que sean menos detallistas, más despistados, que tengan problemas más importantes o que su generosidad la ejerzan en otras actividades. No lo sabemos. Lo importante es aprender a no depender del retorno.
La gente a la que quieres, aquellos con los que te entregas, están en tu vida por diversas razones. Son amigos, familiares, personas a las que admiras, respetas, amas. Lo son por algo. Igual no podemos esperar el retorno de tu generosidad, pero si disfrutar de muchas otras cosas. Su apoyo, su ilusión, su optimismo, sus ideas, su seguridad cuando algo te inquieta, su disponibilidad cuando les pides un favor… Debes concentrarte en todo lo que han aportado hasta ahora a tu vida más que en aquello en lo que te fallan. Si las carencias que tienes en tus relaciones son algo solucionable, háblalo. Sin crees que son aspectos de la persona difíciles de cambiar, decide si deseas quedarte con la versión positiva por encima de lo que no te gusta. Y en función de tu decisión, estrecha el vínculo de lo que suma y desatiende lo que resta. Y si no te compensa, toma distancia.
Pero no esperes de los demás lo que no te pueden dar. Porque solo vas a sufrir. Estarás siempre midiendo, esperando algo que no llega, frustrándote por no recibir lo que tú das. Da sin medir. Da por placer. Da porque te salga de ti. Da porque así eres tú y así lo sientes. Sin más vuelta.
Y sobre todo, aprende a quedarte con las cosas buenas de la gente.
Dar sin recibir nada a cambio es un hábito que muy pocas personas tienen. Este tipo de personas dan no porque obtendrán algo a cambio; lo hacen porque saben que algo bueno saldrá de eso, ya sea para sí mismos o para otros.
¿Quieres saber cómo dar te beneficia a ti y los demás?
#1 Reduce tu apego a las cosas
Cuando desarrollas el hábito de dar, aprendes a reducir el apego que tienes por las cosas. Este apego a lo material es una gran causa de infelicidad en la sociedad. Si puedes superarlo, te sientes más satisfecho y feliz en tu vida.
#2 Te da mucha felicidad
Se ha demostrado que el acto de dar influye en nuestra fisiología, al promover la liberación de la endorfina y oxitocina, que son esencialmente responsables de hacernos felices.
#3 Ayuda a poner las cosas en perspectiva
Como alguien que da a menudo, te darás cuenta de dos cosas: a) cuánta gente necesita ayuda, y b) lo afortunado que eres por la vida que tienes. Esto ayuda a poner la vida en perspectiva y te hace un poco más sabio.
#4 Anima a la gratitud
Como alguien que da, tendrás una apreciación de ambos lados de la moneda, dando y recibiendo. Esto animará un sentido de gratitud dentro de ti mismo así como en otros.
#5 Te ayuda a ser un ejemplo
Si tienes hijos o miembros de la familia que pasan mucho tiempo contigo, van a adoptar este hábito de dar y se convertirá en algo natural para ellos. En este sentido, estarás creando un mundo mejor.
#6 Te ayuda a esparcir felicidad
Cuando das a una persona en necesidad, pones una sonrisa en su cara y los haces felices. También aprenden a apreciar la importancia de dar y retribuir el acto en el futuro, dando felicidad a más personas en el proceso.
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