LAS ZAPATILLAS ROJAS

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lengua

las zapatillas rojas

Edad recomendada: 9 años

2 veces realizada

Creada por

Diana Cruz

Colombia

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1

Zcheilen Andrea Pérez Medrano Perez

6 de Julio de 2020

01:02

tiempo

100

puntuacion

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LAS ZAPATILLAS ROJASVersión en línea LEE ATENTAMENTE LA HISTORIA por Diana Cruz 1 Lee atentamente el texto 2 contínua LAS ZAPATILLAS ROJAS Hace mucho, mucho tiempo, Vivía una hermosa niña que se llamaba Karen. Su familia era muy pobre, así que no podían comprarle aquello que ella deseaba por encima de todas las cosas: unas zapatillas de baile de color rojo. Al morir su madre, un atesorada señora acogió a la niña y la cuidó como si fuera hija suya. Cuando cumplió quince años la llamó a su presencia: Ve y cómprate calzado adecuado para la ocasión —Le dijo su benefactora alargando le el dinero. Pero Karen desobedeciendo, y aprovechando que la vieja dama no veía muy bien, encargó a la zapatera un par de zapatos rojos de baile. 3 contínua El día de la celebración, todo el mundo miraba los zapatos rojos de Karen. Incluso alguien hizo notar a la anciana mujer que no estaba bien vestido para una muchachita empleará ese tipo de tono en el calzado. La mujer enfadada con Karen por haber desobedecido, la reprendió allí mismo: —Eso es coquetería y vanidad, Karen, y ninguna de esas cualidades te ayudará nunca. Sin embargo, la niña aprovechaba cualquier ocasión para lucirlos. La Pobre señora murió al poco tiempo y se organizó un funeral. Cómo había sido una persona muy buena, llegó gente de todas partes para celebrar el funeral. Cuando Karen se vestía para acudir, vio los zapatos rojos con su charol brillando en la oscuridad. Sabía que no debía hacerlo, pero, sin pensarlo dos veces, cogió las zapatillas y la metió dentro de sus piececitos: —¡Estaré mucho más elegante delante de todo el mundo! —se dijo. 4 contínua Al salir de la iglesia, ¡Cuál sería la sorpresa de Karen que al sentir un cosquilleo en los pies! las zapatillas rojas se pusieron a bailar como poseídas por su propia música. Karen se aleja Bailando por las plazas, los Prados y los pastos. Por más que lo intentará, no había forma de soltarse los zapatos: estaban soldados a sus pies. Karen se dirigió bailando hacia un pueblo cercano donde vivía un verdugo muy famoso por su pericia con el hacha. Cuando llegó, sin dejar de bailar y con lágrimas en los ojos grito desde la puerta: —¡Sal! ¡Sal! no puedo entrar porque estoy bailando. 5 contínua —¡Qué bonitos zapatos rojos de baile! —exclamó —¡Seguro que te ajustan muy bien al bailar! —dijo guiñando el ojo a la pobre Karen. —Déjame verlos más de cerca... —Pero nada más al tocar el mendigo los zapatos con sus dedos esqueléticos, las zapatillas rojas se detuvieron y Karen dejo de bailar. Aprendió la lección, las guardó en una urna de cristal y no pasó un solo día en el que no agradeciera que ya no tuviera que seguir bailando entre las zapatillas rojas. 6 contínua VOCABULARIO Atesorada: Acaudalada. Acogió: Admitió en su casa. Enfadada: Enojada. Poseídas: Ejecutaban acciones furiosas y malas. Urna: Caja de cristal.

LAS ZAPATILLAS ROJASVersión en línea

LEE ATENTAMENTE LA HISTORIA

por Diana Cruz

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LAS ZAPATILLAS ROJAS

Hace mucho, mucho tiempo, Vivía una hermosa niña que se llamaba Karen. Su familia era muy pobre, así que no podían comprarle aquello que ella deseaba por encima de todas las cosas: unas zapatillas de baile de color rojo. Al morir su madre, un atesorada señora acogió a la niña y la cuidó como si fuera hija suya.

Cuando cumplió quince años la llamó a su presencia: Ve y cómprate calzado adecuado para la ocasión —Le dijo su benefactora alargando le el dinero. Pero Karen desobedeciendo, y aprovechando que la vieja dama no veía muy bien, encargó a la zapatera un par de zapatos rojos de baile.

contínua

El día de la celebración, todo el mundo miraba los zapatos rojos de Karen. Incluso alguien hizo notar a la anciana mujer que no estaba bien vestido para una muchachita empleará ese tipo de tono en el calzado. La mujer enfadada con Karen por haber desobedecido, la reprendió allí mismo: —Eso es coquetería y vanidad, Karen, y ninguna de esas cualidades te ayudará nunca. Sin embargo, la niña aprovechaba cualquier ocasión para lucirlos.

La Pobre señora murió al poco tiempo y se organizó un funeral. Cómo había sido una persona muy buena, llegó gente de todas partes para celebrar el funeral. Cuando Karen se vestía para acudir, vio los zapatos rojos con su charol brillando en la oscuridad. Sabía que no debía hacerlo, pero, sin pensarlo dos veces, cogió las zapatillas y la metió dentro de sus piececitos: —¡Estaré mucho más elegante delante de todo el mundo! —se dijo.

contínua

Al salir de la iglesia, ¡Cuál sería la sorpresa de Karen que al sentir un cosquilleo en los pies! las zapatillas rojas se pusieron a bailar como poseídas por su propia música. Karen se aleja Bailando por las plazas, los Prados y los pastos. Por más que lo intentará, no había forma de soltarse los zapatos: estaban soldados a sus pies.

Karen se dirigió bailando hacia un pueblo cercano donde vivía un verdugo muy famoso por su pericia con el hacha. Cuando llegó, sin dejar de bailar y con lágrimas en los ojos grito desde la puerta: —¡Sal! ¡Sal! no puedo entrar porque estoy bailando.

contínua

—¡Qué bonitos zapatos rojos de baile! —exclamó —¡Seguro que te ajustan muy bien al bailar! —dijo guiñando el ojo a la pobre Karen. —Déjame verlos más de cerca... —Pero nada más al tocar el mendigo los zapatos con sus dedos esqueléticos, las zapatillas rojas se detuvieron y Karen dejo de bailar. Aprendió la lección, las guardó en una urna de cristal y no pasó un solo día en el que no agradeciera que ya no tuviera que seguir bailando entre las zapatillas rojas.

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LAS ZAPATILLAS ROJAS

Cuando cumplió quince años la llamó a su presencia: Ve y cómprate calzado adecuado para la ocasión —Le dijo su benefactora alargando le el dinero. Pero Karen desobedeciendo, y aprovechando que la vieja dama no veía muy bien, encargó a la zapatera un par de zapatos rojos de baile.

Karen se dirigió bailando hacia un pueblo cercano donde vivía un verdugo muy famoso por su pericia con el hacha. Cuando llegó, sin dejar de bailar y con lágrimas en los ojos grito desde la puerta: —¡Sal! ¡Sal! no puedo entrar porque estoy bailando.

VOCABULARIO

Atesorada: Acaudalada.Acogió: Admitió en su casa.Enfadada: Enojada.Poseídas: Ejecutaban acciones furiosas y malas.Urna: Caja de cristal.

Atesorada: Acaudalada.
Acogió: Admitió en su casa.
Enfadada: Enojada.
Poseídas: Ejecutaban acciones furiosas y malas.
Urna: Caja de cristal.