Lectura comprensiva
DECIR LO QUE PIENSAS Y PENSAR LO QUE DICES
Entonces, continuó la Liebre, debieras decir lo que piensas.
- Pero ¡si es lo que estoy haciendo!, se apresuró a decir Alicia. Al menos…, al menos pienso lo que digo…, que después de todo viene a ser la misma cosa, ¿no?
- ¿La misma cosa? ¡De ninguna manera!, negó enfáticamente el Sombrerero. ¡Hala! Si fuera así, entonces también daría igual decir: “Veo cuanto como” que “como cuanto veo”.
- ¡Qué barbaridad!, coreó la Liebre de Marzo. Sería como decir que da lo mismo afirmar “me gusta
cuanto tengo”, que “tengo cuanto me gusta”.
- Valdría tanto como querer afirmar, añadió el Lirón, que parecía hablar en sueños, que da igual decir “respiro cuando duermo” que “duermo cuando respiro”.
- Eso sí que te da igual a ti, exclamó el Sombrerero. Y con esto cesó la conversación.
Entonces, continuó la Liebre, debieras decir lo que piensas.
- Pero ¡si es lo que estoy haciendo!, se apresuró a decir Alicia. Al menos…, al menos pienso lo que digo…, que después de todo viene a ser la misma cosa, ¿no?
- ¿La misma cosa? ¡De ninguna manera!, negó enfáticamente el Sombrerero. ¡Hala! Si fuera así, entonces también daría igual decir: “Veo cuanto como” que “como cuanto veo”.
- ¡Qué barbaridad!, coreó la Liebre de Marzo. Sería como decir que da lo mismo afirmar “me gusta
cuanto tengo”, que “tengo cuanto me gusta”.
- Valdría tanto como querer afirmar, añadió el Lirón, que parecía hablar en sueños, que da igual decir “respiro cuando duermo” que “duermo cuando respiro”.
- Eso sí que te da igual a ti, exclamó el Sombrerero. Y con esto cesó la conversación.
Edad recomendada: 10 años
Creada por
José García Navarro
España
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