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Abordo tipología textual

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(8)
¿Para qué?
Toda narración describe situaciones de manera explicita e implícita. Mientras que las situaciones explicitas son las que se enuncian de manera literal en el texto, las implícitas deben inferirse a partir de la información que nos proporcionan. En este desafío aprenderás a deducir cual es la situación implícita de un texto.

¿Cómo?
Lee los siguientes párrafos, correspondientes a fragmentos de famosas fábulas. De cada párrafo se han salido cuatro frases; debes determinar cuál de ellas describe la situación implícita de cada texto. Subraya tu respuesta.

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Abordo tipología textualVersión en línea

¿Para qué? Toda narración describe situaciones de manera explicita e implícita. Mientras que las situaciones explicitas son las que se enuncian de manera literal en el texto, las implícitas deben inferirse a partir de la información que nos proporcionan. En este desafío aprenderás a deducir cual es la situación implícita de un texto. ¿Cómo? Lee los siguientes párrafos, correspondientes a fragmentos de famosas fábulas. De cada párrafo se han salido cuatro frases; debes determinar cuál de ellas describe la situación implícita de cada texto. Subraya tu respuesta.

por Shirley Rojas Castaño
1

Unos sacerdotes de Cibeles tenían un asno al que cargaban con sus bultos cuando se ponían en viaje. Un día, por fatiga se murió el asno, y desollándolo, hicieron con su piel unos tambores, de los cuales se sirvieron. Habiéndoles encontrado otros sacerdotes de Cibeles, les preguntaron que dónde estaba su asno.—Muerto—les dijeron—; pero recibe más golpes ahora que los que recibió en su vida.

2

EL JARDINERO Y EL PERRO. El perro de un jardinero había caído en un pozo. El jardinero, por salvarle, descendió también. Creyendo el perro que bajaba para hundirlo más todavía, se volvió y le mordió. El jardinero, sufriendo con la herida, volvió a salir del pozo, diciendo:—Me lo merezco; ¿Quién me llamaba para salvar?

3

DIÓGENES DE VIAJE Yendo de viaje, Diógenes el cínico llegó a la orilla de un río torrencial y se detuvo perplejo. Un hombre acostumbrado a hacer pasar a la gente el río, viéndole indeciso, se acerco a Diógenes, lo subió sobre sus hombros y lo pasó complaciente a la otra orilla. Quedó allí Diógenes, reprochándose su pobreza que le impedía pagar a su bienhechor. Y estando pensando en ello advirtió que el hombre, viendo a otro viajero que tampoco podía pasar el río, fue a buscarlo y lo transportó igualmente. Entonces Diógenes se acercó al hombre y le dijo:—No tengo que agradecerte ya tu servicio, pues veo que no lo haces por razonamiento, sino por manía.

4

EL LABRADOR Y EL ÁGUILA Encontró un labrador un águila presa en su pozo, y, seducido por su belleza, la soltó y le dio la libertad. El águila voló hasta él y le arrebató con sus garras la cinta con que se ceñía su cabeza. Alzase el hombre para perseguirla. El águila dejó caer la cinta; la tomó el labriego, y al volver sobre sus pasos halló desplomado el muro en el lugar donde antes estaba sentado, quedando muy sorprendido.

5

EL LABRADOR Y LA SERPIENTE Una serpiente se acercó arrastrándose a donde estaba el hijo de un labrador, y le dio una mordida mortal. Sintió el labrador un dolor terrible y, cogiendo un hacha, se puso al acecho junto al nido de la serpiente, dispuesto a matarla tan pronto como saliera. Asomó la serpiente la cabeza y el labrador abatió su hacha, pero falló el golpe, partiendo en dos a la vecina piedra. Temiendo después la venganza de la serpiente, se dispuso a reconciliarse con ella; más esta repuso: - Ni yo puedo alimentar hacia ti buenos sentimientos viendo el hachazo de la piedra, ni tú hacia mí contemplando la tumba de tu hijo.

6

HÉRCULES Y PLUTÓN Recibido Hércules entre los dioses y admitido a la mesa de Zeus, saludaba con mucha cortesía a cada uno de los dioses. Llegó Plutón de último, y Hércules, bajando la vista al suelo, se alejó de él. Sorprendido Zeus por su actitud, le preguntó por qué apartaba los ojos de Plutón después de haber saludado tan amablemente a todos los otros dioses. Contestó Hércules:— En los tiempos en que yo me encontraba entre los hombres, casi siempre le veía en compañía de los bribones; por eso aparto la mirada de él.

7

EL ÁGUILA Y LOS GALLOS Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro. Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo. Mas no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedó con todo el gallinero.

8

LAS ZORRAS A ORILLAS DEL RÍO MEANDRO Esopo Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras, ninguna se atrevía a ingresar al río de primeras. Al fin una de ellas habló, y queriendo humillar a las demás, burlándose de su cobardía, presumiendo ser ella la más valiente, se atrevió saltar al agua. Pero la fuerte corriente la arrastró al centro del río, y las compañeras, siguiéndola desde la orilla le gritaban:—¡No nos dejes hermana, vuelve y dinos cómo podremos beber agua sin peligro! Pero fue arrastrada sin remedio alguno, y tratando de ocultar su cercana muerte, contestó:—Ahora llevo un mensaje para mi madre; cuando vuelva les enseñaré cómo.

9

ZEUS Y LA TORTUGA Para celebrar sus bodas de plata, Zeus invitó a todos los animales. Solo faltó la tortuga. Intrigado por su ausencia, le preguntó al día siguiente:—¿Cómo solamente tú entre todos los animales no viniste a mi festín?—¡Hogar familiar, hogar ideal! ¡Ja! —respondió la tortuga. Zeus, indignado contra ella, la condenó a llevar eternamente la casa a cuestas.

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