Presenta un perfil más alargado que el de otros osos y las patas más desarrolladas, tanto para caminar como para nadar largas distancias. Las orejas y la cola son muy reducidas, para mantener mejor el calor corporal, al igual que en muchos otros mamíferos árticos. En esto también colaboran una gruesa capa de grasa subcutánea y un denso pelaje, que en realidad no es blanco, sino translúcido, formado por miles de pelos huecos (que al estar llenos de aire, son un buen aislante térmico). Bajo el pelaje se encuentra la piel, que es negra para atraer mejor la radiación solar y aumentar así el calor corporal. La luz ordinaria se refleja sobre el pelaje, generando normalmente la falsa sensación de blancura. No obstante, en determinados momentos y lugares puede verse amarillenta o incluso parda clara. La pérdida del calor corporal se encuentra muy reducida, tanto por el pelaje y el color de la dermis como por el espeso panículo adiposo que se encuentra bajo la piel y que solo se adelgaza en la cabeza, especialmente en la nariz. Durante el verano estos osos adelgazan y al poseer muy densamente vascularizados los músculos pueden irradiar entonces el exceso de calor. Los osos polares del zoológico de Singapur se volvieron verdes en 2004 al crecer grandes cantidades de algas sobre ellos, algo que nunca hubiese sucedido en una zona más fría.
Presenta un perfil más alargado que el de otros osos y las patas más
desarrolladas, tanto para caminar como para nadar largas distancias. Las
orejas y la cola son muy reducidas, para mantener mejor el calor
corporal, al igual que en muchos otros mamíferos árticos. En esto
también colaboran una gruesa capa de grasa subcutánea y un denso pelaje,
que en realidad no es blanco, sino translúcido, formado por miles de
pelos huecos (que al estar llenos de aire, son un buen aislante
térmico). Bajo el pelaje se encuentra la piel, que es negra para atraer
mejor la radiación solar y aumentar así el calor corporal. La luz
ordinaria se refleja sobre el pelaje, generando normalmente la falsa
sensación de blancura. No obstante, en determinados momentos y lugares
puede verse amarillenta o incluso parda clara. La pérdida del calor
corporal se encuentra muy reducida, tanto por el pelaje y el color de la
dermis como por el espeso panículo adiposo que se encuentra bajo la
piel y que solo se adelgaza en la cabeza, especialmente en la nariz.
Durante el verano estos osos adelgazan y al poseer muy densamente
vascularizados los músculos pueden irradiar entonces el exceso de calor.
Los osos polares del zoológico de Singapur se volvieron verdes en 2004 al crecer grandes cantidades de algas sobre ellos, algo que nunca hubiese sucedido en una zona más fría.
El período de apareamiento (único en que los osos de ambos sexos se reúnen y tratan de forma amistosa) es entre abril y mayo, pero los óvulos no se fertilizan y comienzan a desarrollar hasta septiembre aproximadamente, en lo que se conoce como implantación diferida. Durante este tiempo, la hembra trata de almacenar la mayor cantidad de grasa posible.
Solo las hembras preñadas buscan refugio durante el invierno (aunque no hibernan),
dando a luz una o dos crías durante el invierno en un refugio excavado
en el hielo. El resto de los individuos siguen siendo activos a pesar de
la oscuridad y frío extremo que reinan en el ambiente y vagabundean a
la búsqueda de comida sobre la plataforma helada. Las madres no comen
nada durante este periodo, sino que viven de la grasa que han acumulado
en su cuerpo durante el invierno, mientras que los cachorros se
alimentan de la leche materna. Esto ocasiona en las madres una fuerte
pérdida de peso, que deben recuperar durante el verano.
Las crías nacen en octubre, tras una gestación sorprendentemente corta. Al nacer pesan unos 700 g,
no tienen ningún diente, son ciegas, y totalmente desvalidas. En el
curso de cinco meses crecen rápidamente, de tal manera que al inicio del
verano pueden seguir perfectamente a la madre. Pasan otros cinco meses
junto a ella, aprendiendo a localizar comida y a resguardarse de los
machos adultos, que en ocasiones matan y comen oseznos. Algunos llegan a
convivir con su madre hasta los dos o tres años y medio de edad.
Maduran sexualmente entre los tres y los cuatro años, y pueden vivir un
máximo de treinta.
No existen subespecies auténticas de oso polar,13 debido al reciente origen de la especie (probablemente a finales del Pleistoceno)
y la gran movilidad de sus individuos sobre los vastos campos de hielo,
lo que reduce el aislamiento genético de estos. Aun así, los
especialistas distinguen de un modo informal seis poblaciones mayores:
- Oeste de Alaska y la isla de Wrangel
- Norte de Alaska
- Canadá (60 % de los ejemplares mundiales)
- Groenlandia
- Svalbard-Tierra de Francisco José
- Siberia
AlimentaciónEl
oso polar se alimenta de muchos animales árticos. A pesar de todo, sus
favoritas son las crías de focas y renos (que son mucho más escasos que
los primeros) y llegan a comer unos 30 kilos de comida al día, y los
cachorros un kilo. Los osos polares no toman agua, ya que en su ambiente
es salada y ácida. Sacan los fluidos que necesitan de la sangre de sus
presas. También se ha descubierto recientemente que pueden llegar a ser
caníbales, en especial los machos, ya que si sufren demasiada hambre, no
tienen problemas en comerse a otros osos en especial jóvenes o muertos
generalmente.
Amenazas Oso polar en una costa sin hielo.
Detalle de la cabeza de un ejemplar de Ursus maritimus bañándose.
Tradicionalmente, los osos polares fueron cazados por los esquimales y otros pueblos árticos, por su carne y piel, evitando ingerir el hígado, que por contener niveles extremadamente altos de retinol (forma de vitamina A encontrada en miembros del reino animal) resulta peligroso consumirlo para el ser humano.14
Los colonos europeos comenzaron a matarlos también por deporte y
para evitar sus incursiones en los poblados, donde podían robar comida o
atacar a los animales domésticos. En raras ocasiones se dieron ataques
contra humanos, aunque la gran mayoría de éstos fue obra de animales
heridos previamente por los propios hombres.
La UICN
considera que el número de osos polares se ha reducido en al menos un
30 % en los últimos 45 años. Para 2008 la población se calculaba entre
20 000 y 25 000 individuos.1 Hasta hace algunos años, los osos polares se cazaban desde embarcaciones de motor, avionetas e incluso helicópteros. Esta caza masiva puso la especie al borde de la extinción, por lo que acabó prohibiéndose en ciertos países como Rusia o Noruega y regulándose en los demás. En Canadá, país que presenta la mayor parte de la población mundial de osos polares, se permite a los inuit
cazar un cierto número de ejemplares. De igual manera, en 2010 se
autorizó a las poblaciones indígenas de Estados Unidos y Rusia mediante
un acuerdo entre ambos países una cuota anual de 29 ejemplares, cuota
anulada recientemente por Rusia que prohíbe totalmente la caza de osos
polares en su territorio.15 También se persigue el uso de cebos envenenados para matar a los osos.
Aparte del hombre, el único animal que puede ser peligroso para el oso polar es la morsa, que puede herirlo de gravedad con sus colmillos.
Las amenazas más modernas las constituyen la acumulación de contaminantes en el hielo y atmósfera árticos, y el calentamiento que está afectando su ecosistema.1 Según estudios canadienses (2005)[cita requerida],
el hielo de las zonas habitadas por estos animales se está derritiendo
hasta tres semanas antes que en la década de 1970, obligando al oso a
retirarse a tierra firme sin haber completado sus reservas de grasa, que
pierden durante el verano y el otoño en forma tan crítica que afecta la
capacidad de las hembras para quedar preñadas y minan su capacidad de
producir leche para alimentar a sus crías. Esto ha provocado una caída
del 15 % en la tasa de nacimientos.
Se cree que la familia Ursidae se separó de los otros carnívoros hace aproximadamente 38 millones de años. La subfamilia Ursinae se originó hace unos 4,2 millones de años. Según la evidencia fósil y los análisis de ADN, hace solo 150 000 años ocurrió la divergencia de esta especie y el oso pardo (Ursus arctos).4 El fósil de oso polar más antiguo que se conoce data de hace aproximadamente 130 000 a 110 000 años y se halló en la isla Príncipe Carlos Forland, en 2004.4 Los fósiles muestran que hace entre 10 000 y 20 000 años, los molares
del oso polar diferían significativamente con respecto a los del oso
pardo. Es posible que la especie se haya originado a partir de una
población aislada de osos pardos, sometida a una fuerte presión genética
durante las glaciaciones del Pleistoceno.5
Estudios genéticos realizados posteriormente muestran que incluso
algunas poblaciones de oso pardo se encuentran más relacionadas al oso
polar que con otras de su misma especie;6 esto implica que el oso polar no cumple con algunas de las definiciones de especie.7 Adicionalmente, las dos especies pueden reproducirse y obtener híbridos fértiles (grolares),58 indicando su reciente divergencia y su similitud genética.9 Sin embargo, se consideran especies separadas porque ninguna de las dos especies pueden sobrevivir a largo plazo en el nicho ecológico de la otra, tienen diferencias morfológicas y fenotípicas; metabolismo y comportamiento social distinto.9
Cuando la especie fue descrita se identificaron dos subespecies: Ursus maritimus maritimus (Constantine J. Phipps en 1774) y Ursus maritimus marinus (Peter Simon Pallas en 1776).10 Estas subespecies actualmente no son válidas.
Se tiene registro de una subespecie fósil, Ursus maritimus tyrannus, que fue descendiente de Ursus arctos y se extinguió durante el Pleistoceno. Esta subespecie fue bastante más grande que la especie existente
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