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Los deícticos

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reconcer el uso de los deícticos

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México

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Los deícticos

reconcer el uso de los deícticos

adrian tiburcio
1

cuánto más todas Comenzamos así aunque cuando allí hubiera mañana nuestro aquel como siempre siguiente

El encierro


No sabíamos tiempo tardarían en venir a abrirnos la puerta . Cada pasaba una monja por las habitaciones de toda la escuela y con gritos agrios nos sacaba de sueño y del calor de las sábanas que era lo único cálido en internado . Entonces , todas las alumnas nos despedíamos de la paz y la tranquilidad para internarnos en un día lleno de obligaciones y de responsabilidades : éramos los engranajes fundamentales de aquel sistema , eso creíamos .

Ese miércoles la monja no había aparecido como de costumbre . Ya se había pasado la hora de levantarse , incluso la del desayuno , y nosotras continuábamos en nuestros dormitorios . Las niñas más inquietas se habían levantado y daban vueltas por el pequeño recinto , ansiando que llegara la monja para correr hacia el comedor y zamparse el desayuno que era brevísimo , como todas las comidas del pupilaje . El resto , las que como yo apreciaban el sabor del sueño y de las sábanas , aprovechaban para quedarse en esa nube cálida y esponjosa .

Pasaban las horas , continuábamos . Ya de pie , vestidas , mirábamos fijamente la puerta . La hora del almuerzo había pasado y nuestros estómagos chillaban de forma descomunal . a gritar , pidiendo ayuda de forma desesperada . Nadie vino a socorrernos .

Pasamos todo un día . Cuando llegó la noche , volvimos a acostarnos , confundidas y muertas de hambre . No creo que ninguna haya pegado ojo esa noche . A la mañana la monja pasó por cada habitación a la hora de siempre y abrió las puertas ; le preguntamos qué había ocurrido nos trató si estuviéramos desvariando .

La vida afuera seguía tal cual la habíamos dejado ; nadie nos había echado de menos ni se había preocupado porque pasáramos todo un día sin dar señales de vida . Entonces fui consciente de lo poco que valemos las personas cuando somos contenidas o refugiadas en instituciones .


Al cabo de algunos días , convencidas de que nadie nos daría una respuesta certera y de que cada vez nos miraban de forma más extraña , decidimos dejar de cuestionar lo acontecido ese día ; y nunca nos explicamos qué fue lo que en verdad ocurrió , continuamos con nuestras vidas como si aquel miércoles no existido .