Dios creó al Hombre a imagen suya, varón y mujer los creó.Versión en línea
Se realiza la presentación sobre la creación del Hombre a imagen suya, macho y hembra los creó.
1
Dios creó al Hombre a imagen suya, macho y hembra los creó.
Creó, pues,
Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los
creó. Y los bendijo Dios, y les díjo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y
henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los
cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra». (Gn 1, 27-28).
«Creando
al hombre "varón y mujer", Dios da la dignidad personal de igual modo
al hombre y a la mujer» (FC 22; cf. GS 49,
2). "El hombre es una persona, y esto se aplica en la misma medida al
hombre y a la mujer, porque los dos fueron creados a imagen y semejanza de un
Dios personal" (MD 6).
(CIC 2334).
Dijo luego
Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda
adecuada». [...] Entonces Yahveh Dios hizo
caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de
las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios
había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces
éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta
será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada». Por eso deja el hombre a
su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. (Gn 2, 18.21-24).
El
mismo Dios, que dijo: "No es bueno que el hombre esté solo (Gn 2,18),
y que hizo desde el principio al hombre, varón y mujer" (Mt 19,4),
queriendo comunicarle cierta participación especial en su propia obra creadora,
bendijo al varón y a la mujer diciendo: "Creced y multiplicaos" (Gn
1,28). (CIC 1652a).
"Dios
es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola
a su imagen [...] Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación,
y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la
comunión" (FC 11). "Dios
creó el hombre a imagen suya; [...] hombre y mujer los creó" (Gn 1,27).
"Creced y multiplicaos" (Gn 1,28); "el día en que Dios
creó al hombre, le hizo a imagen de Dios. Los creó varón y hembra, los bendijo,
y los llamó «Hombre» en el día de su
creación" (Gn 5, 1-2). (CIC 2331).
2
La sexualidad abarca todos los aspectos de la persona humana.
El hombre y la mujer son creados, es decir, son queridos por Dios: por una parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de mujer. (CIC 369A). Cada uno de los dos
sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y
de la ternura de Dios. La unión del hombre y de la mujer en el matrimonio es
una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador:
"El hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen
una sola carne" (Gn 2, 24). De esta unión proceden todas las generaciones humanas (cf. Gn 4,
1-2. 25-26; 5, 1). (CIC 2335). La
sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de
su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la
capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para
establecer vínculos de comunión con otro. (CIC 2332). Corresponde
a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La
diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están
orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la
manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y
el apoyo mutuos.(CIC 2333). En
el umbral de su vida pública, Jesús realiza su primer signo –a petición de su
Madre– con ocasión de un banquete de boda (cf. Jn 2,1-11). La Iglesia concede
una gran importancia a la presencia de Jesús en las bodas de Caná. Ve en ella
la confirmación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el
matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo. (CIC 1613).
En su
predicación, Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del
hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo: la autorización,
dada por Moisés, de repudiar a su mujer era una concesión a la dureza del
corazón (cf. Mt 19,8); la unión matrimonial del hombre y la mujer es
indisoluble: Dios mismo la estableció: "lo que Dios unió, que no lo separe
el hombre" (Mt 19,6). (CIC 1614).
3
La persona humana es un ser corporal y espiritual.
La persona humana es, al mismo
tiempo, un ser corporal y espiritual. En el hombre el espíritu y la materia
forman una única naturaleza. Esta unidad es tan profunda que, gracias al
principio espiritual, que es el alma, el cuerpo, que es material, se hace
humano y viviente, y participa de la dignidad de la imagen de Dios. (CCIC 69).
El alma
espiritual no viene de los progenitores, sino que es creada directamente por
Dios, y es inmortal. Al separarse del cuerpo en el momento de la muerte, no
perece; se unirá de nuevo al cuerpo en el momento de la resurrección final. (CCIC 70).
Tomó, pues,
Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y
cuidase. Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del
jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás,
porque el día que comieres de él, morirás sin remedio». (Gn 2, 15-17). La
serpiente dijo a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien
que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del
mal». Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la
vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio
también a su marido, que igualmente comió. (Gn 3, 4-6). El pecado
original, en el que todos los hombres nacen, es el estado de privación de la
santidad y de la justicia originales. Es un pecado «contraído» no «cometido» por
nosotros; es una condición de nacimiento y no un acto personal. A causa de la
unidad de origen de todos los hombres, el pecado original se transmite a los
descendientes de Adán con la misma naturaleza humana, «no por imitación sino
por propagación». Esta transmisión es un misterio que no podemos comprender
plenamente. (CCIC 76). Como consecuencia del pecado original, la
naturaleza humana, aun sin estar totalmente corrompida, se halla herida en sus
propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al poder
de la muerte, e inclinada al pecado. Esta inclinación al mal se llama concupiscencia.
(CCIC 77).
4
Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza
5
Las relaciones homosexuales son contrarias al plan de Dios
6
La secularización es la división entre el estado y las religiones
7
El concepto de ideología de género y sus fundamentos
|