Creo en la resurrección de la carne Versión en línea
Se presenta un artículo del Credo o Símbolo Apostólico: Creo en la resurrección de la carne.
1
La resurrección de Cristo y la nuestra
El término «carne»
designa al hombre en su condición de debilidad y mortalidad. «La carne es
soporte de la salvación» (Tertuliano). En efecto, creemos en Dios que es el
Creador de la carne; creemos en el Verbo hecho carne para rescatar la carne;
creemos en la resurrección de la carne, perfección de la Creación y de la
redención de la carne. (CCIC 202). Así como Cristo ha resucitado verdaderamente
de entre los muertos y vive para siempre, así también Él resucitará a todos en
el último día, con un cuerpo incorruptible: «los que hayan hecho el bien resucitarán
para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación» (Jn 5,
29). (CCIC 204). En verdad, en verdad os
digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del
Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en
sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado
poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la
hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que
hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el
mal, para una resurrección de juicio. (Jn 5, 23-29). Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su
vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo
entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? «Porque
el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y
entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: entre los aquí
presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del
hombre venir en su Reino». (Mt 16,25-28). Morir en Cristo Jesús significa morir en gracia de Dios, sin pecado
mortal. Así el creyente en Cristo, siguiendo su ejemplo, puede
transformar la propia muerte en un acto de obediencia y de amor al
Padre. «Es cierta esta afirmación: si hemos muerto con Él, también
viviremos con Él» (2 Tm 2, 11). (CCIC 206).
2
Que significa morir en Cristo Jesús.
Por esto todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con la gloria eterna. Es cierta esta afirmación: Si hemos muerto con él, también viviremos con él; si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará; si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo. Esto has de enseñar; y conjura en presencia de Dios que se eviten las discusiones de palabras, que no sirven para nada, si no es para perdición de los que las oyen. (2 Tm 2, 10-14). «En aquel tiempo surgirá Miguel,
el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo. Será aquél un tiempo de
angustia como no habrá habido hasta entonces otro desde que existen las
naciones. En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se encuentren inscritos
en el Libro. Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán,
unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. Los
doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la
multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad. (Dn 12, 1-3). «Y tú, Daniel,
guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del Fin.
Muchos andarán errantes acá y allá, y la iniquidad aumentará». Yo, Daniel, miré
y vi a otros dos que estaban de pie a una y otra parte del río. Uno de ellos
dijo al hombre vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: «¿Cuándo
será el cumplimiento de estas maravillas?» Y oí al hombre vestido de lino, que
estaba sobre las aguas del río, jurar, levantando al cielo la mano derecha y la
izquierda, por Aquel que vive eternamente: «Un tiempo, tiempos y medio tiempo,
y todas estas cosas se cumplirán cuando termine el quebrantamiento de la fuerza
del Pueblo santo». (Dn 12, 4-7). «En
cambio te confieso que según el Camino, que ellos llaman secta, doy culto al
Dios de mis padres, creo en todo lo que se encuentra en la Ley y está escrito
en los Profetas y tengo en Dios la misma esperanza que éstos tienen, de que
habrá una resurrección, tanto de los justos como de los pecadores. Por eso yo
también me esfuerzo por tener constantemente una conciencia limpia ante Dios y
ante los hombres. (Hch
24,14-16).
3
En el tiempo del fin la iniquidad aumentará.
Al llamar a sus discípulos a tomar su cruz y seguirle (cf. Mt
16, 24), Jesús quiere asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos
que son sus primeros beneficiarios. (CCIC 123). Estando luego sentado en el monte
de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron:
«Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del
mundo». Jesús les respondió: «Mirad que no os engañe nadie. Porque vendrán
muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy el Cristo", y engañarán
a muchos. Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no
os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en
diversos lugares hambre y terremotos. Todo esto será el comienzo de los dolores
de alumbramiento. «Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis
odiados de todas las naciones por causa de mi nombre. Muchos se escandalizarán
entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente. (Mt 24, 3-12). Surgirán muchos falsos
profetas, que engañarán a muchos. Y al crecer cada vez más la iniquidad, la
caridad de la mayoría se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése se
salvará. «Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar
testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin. «Cuando veáis, pues,
la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el
Lugar Santo (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan
a los montes; el que esté en el terrado, no baje a recoger las cosas de su
casa; y el que esté en el campo, no regrese en busca de su manto. ¡Ay de las
que estén encinta o criando en aquellos días! Orad para que vuestra huida no
suceda en invierno ni en día de sábado. Porque habrá entonces una gran
tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni
volverá a haberla. Y si aquellos días no se
abreviasen, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos se abreviarán
aquellos días.«Entonces, si
alguno os dice: "Mirad, el Cristo está aquí o allí, no lo creáis. (Mt 24, 13-23).
4
Si alguno quiere ir en pos de Jesucristo debe tomar su cruz y seguirlo.
21 Desde entonces comenzó Jesús a
manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte
de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar
al tercer día. 22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo:
«¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» 23 Pero él, volviéndose,
dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque
tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! 24 Entonces dijo
Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. 25 Porque quien quiera salvar su vida, la
perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. (Mt 16, 21-25). 26 Pues ¿de qué le servirá al
hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a
cambio de su vida? 27
«Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus
ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. (Mt 16, 26-27).
24 Nadie puede servir a dos señores; porque
aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al
otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. 25 «Por eso os digo: No andéis
preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os
vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
(Mt 6, 24-25). 31 No andéis, pues, preocupados diciendo:
¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? 32 Que
por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre
celestial que tenéis necesidad de todo eso. 33 Buscad primero su Reino y su
justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. 34 Así que no os
preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene
bastante con su propio mal. (Mt 6, 31-34).
5
La resurrección de la carne y el juicio final
6
La Iglesia deja el juicio a Dios
|