Creada por

Diana G. Reyna Bustamante

Estados Unidos


Relacionar Columnas Módulo 4 Sesión 3 Versión en línea María, Madre y Virgen. La fe de María. Objetivo doctrinal: Entender como la Virginidad de María y el ser "llena de gracia" le permitió donarse completamente a la Voluntad de Dios. Objetivo vivencial: Meditar en el "fiat" de María, como un ejemplo muy concreto de obediencia por medio de la fe. por Diana G. Reyna Bustamante 1 ¿Cuál fue la actitud y la respuesta de María ante el anuncio del ángel? 2 ¿Cómo confiesa la Iglesia la virginidad de María? 3 ¿Por qué María es Virgen antes del parto? 4 ¿Cómo sabemos que Cristo es verdaderamente Hijo de Dios? 5 ¿Qué dice el Concilio de Letrán sobre la virginidad de María? El concilio de Letrán menciona: 6 ¿Cómo fue concebido Cristo? 7 ¿Por qué María es Virgen después del parto? 8 ¿Por qué María es Virgen en el parto? 9 ¿Cómo pueden entenderse los pasajes de los hermanos de Jesús? 10 ¿De qué manera María se convirtió en la Madre de Dios? 11 ¿En qué concilio se declaró que María es la Madre de Dios y que nombre se le da? 12 ¿Qué evangelios hablan de la concepción virginal de Cristo y que destacan? Los "Evangelios de la infancia" que nos hablan acerca de la concepción virginal de María son los de San Mateo (Mt 1, 18-25) y San Lucas (Le 1,26-38). En ellos nos presentan la concepción virginal de Cristo, y la intervención del Espíritu Santo como principio activo de su generación. Porque permaneció virgen después del nacimiento de Cristo, permaneció siempre virgen al final de sus días en la tierra, sin tener contacto con varón y sin engendrar más hijos. (Cf. Le 1,34 y Mt 1,25). Dios al crearla "llena de gracia", le permite responder con la ofrenda de todo su ser: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lo 1, 37-38). Es su Fiat, da su consentimiento a la palabra de Dios, de ser Madre de Jesús y aceptar de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, por la gracia de Dios. Al anuncio del ángel, María respondió realizando de la manera más perfecta "la obediencia de la fe" (Rm 1, 8), dentro de la fe, María aceptó la Voluntad de Dios acogiendo el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37). Porque al momento de concebir a Nuestro Señor y antes no tuvo ningún contacto con hombre y además concibió sin concurso de varón, su acción fue suplida "por obra del Espíritu Santo". (Cf. Is 7,14 y Le 1.26). San Mateo nos habla sobre como por provenir propiamente de una concepción virginal, Cristo es hijo de Dios, (Cf. Mt 1,20): "viene del Espíritu Santo". Decir que María es virgen significa proclamar que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. El nacimiento virginal es el signo necesario de la Encarnación del Hijo de Dios. "Si alguno no confiesa [...] por madre de Dios a la santa y siempre Virgen María, como quiera que concibió en los últimos tiempos sin semen por obra del Espíritu Santo al mismo Dios Verbo propia y verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendró, permaneciendo ella, aun después del parto, en su virginidad indisoluble, sea condenado." La Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María, sin elemento humano, únicamente por el poder del Espíritu Santo. La Iglesia confiesa la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la siempre virgen. El concilio de Éfeso proclamó en el año 431 que María, mediante la concepción humana de Cristo en su seno es la Madre de Dios o Theotokos. La Iglesia siempre ha entendido los relatos que hablan sobre los hermanos de Jesús, (Cf. Mc 3, 31-55; 6, 3), como no referidos a otros hijos de la Virgen María, sino que se tratan de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (Cf. Gn 13, 8; 14, 16;29, 15) y en el Nuevo Testamento se testimonia que estos supuestos hermanos son en realidad parientes (Mc 15, 40; 16,1: Jn 2,12; Gal 1,19). Porque al dar a luz al Señor, sin menoscabo de su integridad corporal, además que su parto fue sin dolor alguno. (Cf. Le 2,7).

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María, Madre y Virgen. La fe de María. Objetivo doctrinal: Entender como la Virginidad de María y el ser "llena de gracia" le permitió donarse completamente a la Voluntad de Dios. Objetivo vivencial: Meditar en el "fiat" de María, como un ejemplo muy concreto de obediencia por medio de la fe.

por Diana G. Reyna Bustamante

¿Cuál fue la actitud y la respuesta de María ante el anuncio del ángel?

¿Cómo confiesa la Iglesia la virginidad de María?

¿Por qué María es Virgen antes del parto?

¿Cómo sabemos que Cristo es verdaderamente Hijo de Dios?

¿Qué dice el Concilio de Letrán sobre la virginidad de María? El concilio de Letrán menciona:

¿Cómo fue concebido Cristo?

¿Por qué María es Virgen después del parto?

¿Por qué María es Virgen en el parto?

¿Cómo pueden entenderse los pasajes de los hermanos de Jesús?

¿De qué manera María se convirtió en la Madre de Dios?

¿En qué concilio se declaró que María es la Madre de Dios y que nombre se le da?

¿Qué evangelios hablan de la concepción virginal de Cristo y que destacan?

Los "Evangelios de la infancia" que nos hablan acerca de la concepción virginal de María son los de San Mateo (Mt 1, 18-25) y San Lucas (Le 1,26-38). En ellos nos presentan la concepción virginal de Cristo, y la intervención del Espíritu Santo como principio activo de su generación.

Porque permaneció virgen después del nacimiento de Cristo, permaneció siempre virgen al final de sus días en la tierra, sin tener contacto con varón y sin engendrar más hijos. (Cf. Le 1,34 y Mt 1,25).

Dios al crearla "llena de gracia", le permite responder con la ofrenda de todo su ser: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lo 1, 37-38). Es su Fiat, da su consentimiento a la palabra de Dios, de ser Madre de Jesús y aceptar de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, por la gracia de Dios.

Al anuncio del ángel, María respondió realizando de la manera más perfecta "la obediencia de la fe" (Rm 1, 8), dentro de la fe, María aceptó la Voluntad de Dios acogiendo el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37).

Porque al momento de concebir a Nuestro Señor y antes no tuvo ningún contacto con hombre y además concibió sin concurso de varón, su acción fue suplida "por obra del Espíritu Santo". (Cf. Is 7,14 y Le 1.26).

San Mateo nos habla sobre como por provenir propiamente de una concepción virginal, Cristo es hijo de Dios, (Cf. Mt 1,20): "viene del Espíritu Santo". Decir que María es virgen significa proclamar que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. El nacimiento virginal es el signo necesario de la Encarnación del Hijo de Dios.

"Si alguno no confiesa [...] por madre de Dios a la santa y siempre Virgen María, como quiera que concibió en los últimos tiempos sin semen por obra del Espíritu Santo al mismo Dios Verbo propia y verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendró, permaneciendo ella, aun después del parto, en su virginidad indisoluble, sea condenado."

La Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María, sin elemento humano, únicamente por el poder del Espíritu Santo.

La Iglesia confiesa la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la siempre virgen.

El concilio de Éfeso proclamó en el año 431 que María, mediante la concepción humana de Cristo en su seno es la Madre de Dios o Theotokos.

La Iglesia siempre ha entendido los relatos que hablan sobre los hermanos de Jesús, (Cf. Mc 3, 31-55; 6, 3), como no referidos a otros hijos de la Virgen María, sino que se tratan de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (Cf. Gn 13, 8; 14, 16;29, 15) y en el Nuevo Testamento se testimonia que estos supuestos hermanos son en realidad parientes (Mc 15, 40; 16,1: Jn 2,12; Gal 1,19).

Porque al dar a luz al Señor, sin menoscabo de su integridad corporal, además que su parto fue sin dolor alguno. (Cf. Le 2,7).

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