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Historia de la formación profesional; (D)

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A partir del siglo XVI se inicia una tendencia renovadora en la que el signo «estabilidad» se convierte en uno nuevo: «modificación». Esta tendencia cobrará mayor impulso en los siglos XVII y XVIII, alcanzando su culminación en los siglos XIX y XX. La Revolución Industrial determinó nuevos alcances conceptuales en torno a las palabras industria, oficio y comercio. De este modo ocurrió que la modificación, y no la permanencia, se convirtió en el símbolo de cualquier institución que quisiera sobrevivir. Las máquinas dieron otro sentido al trabajo humano, pues lo que antes era requerido en términos de fuerza física, pasó a ser exigencia de calificación manipulativa, y esta, a su vez, comenzó a exigir los conocimientos del «cómo» y del «por qué». Así, el aprendizaje de un oficio empezó a requerir mucho más que la simple observación, imitación o iniciativa personal que podían proporcionar. Con la implantación del sistema fabril y con la modificación de los procesos, exigidos por la Revolución Industrial, se observa evidentemente que el hijo ya no haría necesariamente el mismo oficio que el padre. El avance tecnológico y científico ya no permitía ni al padre ni al maestro transmitir esos conocimientos al aprendiz. A partir del siglo XIX, las funciones de enseñanza, anteriormente ejercidas por el padre y el maestro, pasaron a cargo de las fábricas, donde los aprendices recibían entrenamiento elemental para máquinas todavía simples.
A medida que las maquinarias fueron evolucionando, se sintió la necesidad de personas cada vez mejor calificadas, no solo para manejar las máquinas, sino también para mantenerlas y complementarlas, en fin, necesidad de hombres y de mujeres que conocieran realmente de profesiones y de oficios. Este entrenamiento ya no podían ofrecerlo las fábricas, por lo que tuvieron que surgir escuelas especializadas en la formación de la mano de obra requerida. Se iniciaba así el sistema de formación profesional, a través de cursos organizados por escuelas fundadas y financiadas con este fin. En los inicios del siglo XIX empiezan a surgir los liceos de artes y oficios, encargados de enseñar, en forma sistemática y ordenada, ocupaciones y oficios para las actividades industriales, comerciales y agrícolas.

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Historia de la formación profesional; (D)

A partir del siglo XVI se inicia una tendencia renovadora en la que el signo «estabilidad» se convierte en uno nuevo: «modificación». Esta tendencia cobrará mayor impulso en los siglos XVII y XVIII, alcanzando su culminación en los siglos XIX y XX. La Revolución Industrial determinó nuevos alcances conceptuales en torno a las palabras industria, oficio y comercio. De este modo ocurrió que la modificación, y no la permanencia, se convirtió en el símbolo de cualquier institución que quisiera sobrevivir. Las máquinas dieron otro sentido al trabajo humano, pues lo que antes era requerido en términos de fuerza física, pasó a ser exigencia de calificación manipulativa, y esta, a su vez, comenzó a exigir los conocimientos del «cómo» y del «por qué». Así, el aprendizaje de un oficio empezó a requerir mucho más que la simple observación, imitación o iniciativa personal que podían proporcionar. Con la implantación del sistema fabril y con la modificación de los procesos, exigidos por la Revolución Industrial, se observa evidentemente que el hijo ya no haría necesariamente el mismo oficio que el padre. El avance tecnológico y científico ya no permitía ni al padre ni al maestro transmitir esos conocimientos al aprendiz. A partir del siglo XIX, las funciones de enseñanza, anteriormente ejercidas por el padre y el maestro, pasaron a cargo de las fábricas, donde los aprendices recibían entrenamiento elemental para máquinas todavía simples. A medida que las maquinarias fueron evolucionando, se sintió la necesidad de personas cada vez mejor calificadas, no solo para manejar las máquinas, sino también para mantenerlas y complementarlas, en fin, necesidad de hombres y de mujeres que conocieran realmente de profesiones y de oficios. Este entrenamiento ya no podían ofrecerlo las fábricas, por lo que tuvieron que surgir escuelas especializadas en la formación de la mano de obra requerida. Se iniciaba así el sistema de formación profesional, a través de cursos organizados por escuelas fundadas y financiadas con este fin. En los inicios del siglo XIX empiezan a surgir los liceos de artes y oficios, encargados de enseñar, en forma sistemática y ordenada, ocupaciones y oficios para las actividades industriales, comerciales y agrícolas.

Martina Ruiz
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A partir del siglo XVI se inicia una tendencia en la que el signo se convierte en uno nuevo : «modificación» . Esta tendencia cobrará mayor impulso en los siglos XVII y XVIII , alcanzando su culminación en los siglos XIX y XX . La Industrial determinó nuevos alcances conceptuales en torno a las palabras , oficio y comercio . De este modo ocurrió que la modificación , y no la , se convirtió en el símbolo de cualquier institución que quisiera sobrevivir . Las dieron otro sentido al trabajo humano , pues lo que antes era requerido en términos de fuerza física , pasó a ser exigencia de calificación manipulativa , y esta , a su vez , comenzó a exigir los conocimientos del «cómo» y del «por qué» . Así , el aprendizaje de un oficio empezó a requerir mucho más que la simple observación , imitación o iniciativa personal que podían proporcionar . Con la implantación del sistema fabril y con la modificación de los procesos , exigidos por la Industrial , se observa que el hijo ya no haría necesariamente el mismo oficio que el padre . El avance y científico ya no permitía ni al padre ni al maestro transmitir esos conocimientos al aprendiz . A partir del siglo XIX , las funciones de enseñanza , anteriormente ejercidas por el padre y el maestro , pasaron a cargo de las fábricas , donde los aprendices recibían entrenamiento elemental para máquinas todavía simples .
A medida que las maquinarias fueron evolucionando , se sintió la necesidad de personas cada vez mejor , no solo para manejar las máquinas , sino también para mantenerlas y complementarlas , en fin , necesidad de hombres y de mujeres que conocieran realmente de profesiones y de oficios . Este entrenamiento ya no podían ofrecerlo las , por lo que tuvieron que surgir escuelas especializadas en la formación de la mano de obra requerida . Se iniciaba así el sistema de formación profesional , a través de cursos organizados por escuelas fundadas y financiadas con este fin . En los inicios del siglo XIX empiezan a surgir los de artes y oficios , encargados de enseñar , en forma sistemática y ordenada , ocupaciones y oficios para las industriales , comerciales y agrícolas .