Aumento del ritmo cardíaco.
Gritar con frecuencia.
Alegría excesiva.
Nerviosismo, agitación o tensión.
Muestras de afecto excesivas.
Tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.
Hablar de forma lenta.
Hiperventilación.
Sensación de relajación.
Tener problemas para conciliar el sueño.