El dios Marduk creó los cielos y la Tierra tras derrotar a Tiamat, el Caos primordial (representado como un dragón).
Partió en dos el cadáver, como una ostra; una mitad la suspendió en lo alto y formó la bóveda celeste, y la otra mitad la colocó en la parte baja, para constituir la base del mundo terrestre.
Construyó el firmamento y asignó un sitio fijo a las distintas constelaciones; reguló el curso del Sol y de la Luna.
Marduk tuvo una última ocurrencia: ayudado por Ea, su padre, recogió la sangre de Kingu, la amasó con tierra y así obtuvo una arcilla roja con la que formó el primer hombre.