John Locke:
D’Alambert y Diderot
Rousseau
Thomas Hobbes:
Voltaire
Montesquieu
En uno de sus escritos, El derecho a la vida, la libertad y a la propiedad, este autor inglés plantea que el ser humano es naturalmente bueno y que nace con tres derechos fundamentales: la vida, la libertad y la propiedad. La función del Estado no es controlar al hombre, sino asegurarse de que esos derechos sean cumplidos. Si el gobernante no los asegura, el pueblo, que es soberano, tiene el derecho de repudiarlo. Este pensamiento político dio paso a la monarquía parlamentaria, una vez concluida la Revolución inglesa.
Las obras más importantes de Jean-Jacques Rousseau fueron el Discurso sobre el origen de la desigualdad de los hombres y el Contrato social. En estos textos propone que los hombres nacen libres e iguales y retoma de la Grecia antigua el concepto de ciudadano. Esta propuesta, dentro de una sociedad estamental, fue revolucionaria.
François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, fue polifacético: escribió poesía, teatro, filosofía y tratados políticos. Su trabajo se caracteriza por la defensa de la libertad de conciencia y expresión; se opuso fuertemente al dogmatismo de la Iglesia católica y por ello fue perseguido. Inicialmente, se opuso también al autoritarismo político, pero más adelante, se vinculó con las cortes de los reyes más poderosos de la época y defendió el llamado despotismo ilustrado
Jean le Rond D’Alambert y Diderot al publicar la Enciclopedia, conjugaron en un solo libro el conocimiento de su época, por lo que esta es la obra máxima de la Ilustración. El Diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios (o Enciclopedia) está compuesto por una serie de volúmenes en cuyas explicaciones y definiciones participaron los más celebres pensadores de la época. En este texto, se criticaba a la sociedad de la época y a los saberes reconocidos como válidos hasta ese entonces; por ello, la Iglesia prohibió su difusión.
En su libro Leviatán (1651), sostiene que el ser humano es egoísta e incontrolable por naturaleza, por lo que la vida en sociedad es difícil y se desatan guerras y violencia. Por ello, estos ciudadanos incontrolables, para precautelar su propia integridad, deben ceder su soberanía y derecho a gobernar a un rey o gobernante fuerte y a un Estado autoritario capaz de refrenar la naturaleza humana. Parte de este pensamiento político se plasmó en el absolutismo, pero difiere de esta forma de gobierno en que la autoridad para gobernar no viene de Dios sino del pueblo, con lo que ya de por sí es innovador para la época
Su libro más célebre fue El espíritu de las leyes. Su propuesta giraba en torno a la necesidad de que el poder del gobernante estuviera limitado y regido por las leyes, las mismas que emergían de la realidad y necesidad de cada pueblo. Las leyes se convierten así en la directriz del Estado y todo se somete a ellas.