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Se encarga de expulsar los residuos que generan nuestras células. Estos residuos están disueltos en la sangre y gracias a este aparato se expulsan mediante la orina y el sudor.

Se distinguen dos partes, el central y el periférico. Está formado por un único tipo de tejido, el tejido nervioso. Es el sistema encargado de relacionarnos con el exterior (gracias a los sentidos), controla funciones de nuestro cuerpo (como el latido del corazon), guarda nuestros recuerdos y controla nuestros sentimientos.

Transporta el oxígeno y los nutrientes que necesitan las células y también los desechos (hasta los riñones y los pulmones) mediante la sangre, que es un líquido que está formada por agua, plasma sanguíneo y tres tipos de células (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas).

Está formado por órganos elásticos (que pueden estirarse y encogerse, y luego recuperan su forma y su tamaño anterior). Pueden hacer que los huesos se muevan porque se unen a ellos mediante los tendones.

Forman parte de este sistema los órganos: Nariz, faringe, laringe, tráquea, bronquios, pulmones y diafragma. Gracias a ellos el cuerpo es capaz de captar oxígeno y expulsar el dióxido de carbono (el gas que desprenden nuestras células tras usar el oxígeno).

Forma un armazón que le da forma a nuestro cuerpo, nos permite mantener la postura, interviene en el movimiento y protege órganos delicados como el cerebro, la médula espinal y le corazón.

Son un conjunto de órganos que contribuyen a la preservación de la especie humana mediante la producción de gametos: Unas células que cuando se unen (el gameto de una mujer con el gameto de un hombre) forman un nuevo individuo. Para crear estos gametos mujeres y hombres tenemos aparatos distintos.

Se encarga de dividir los alimentos en sustancias más sencillas para que nuestro cuerpo pueda absorber las sustancias nutritivas y el agua y defecar las sustancias que no necesitamos.