Había una vez un perro que estaba cruzando un lago. Al hacerlo, llevaba una presa bastante grande en su boca. Mientras lo cruzaba, se vio a sí mismo en el reflejo del agua. Creyendo que era otro perro y viendo el enorme trozo de carne que llevaba, se lanzó a arrebatársela pero al querer quitarle la presa al reflejo, perdió la presa que tenía en su boca.
Un asno y una zorra decidieron acompañarse para ir a cazar. Su objetivo principal era protegerse el uno al otro en caso de avistar algún peligro. Comenzaron su recorrido y no pasaron muchos minutos cuando… escucharon un rugido; se trataba de un león. La zorra muy astuta, se adelantó y le hizo una propuesta al felino, si no me dañas, te ayudo a capturar el asno. El león estuvo de acuerdo, la zorra convenció a su amigo de ir a un foso cercano, el león viendo ya a su presa, decidió agrandar su banquete: sujetó a la zorra y luego al asno.
Para poder comerse a los corderos del rebaño, un lobo decidió meterse dentro de una piel de cordero y para despistar al pastor. Al atardecer, el granjero lo llevó junto al rebaño y cerró la puerta para que no pudiera entrar ningún lobo. Sin embargo, a la noche el pastor entró al rebaño para tomar un cordero para la cena para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.
Una pareja de granjeros compró la gallina más gorda y rebosante del mercado. A la mañana siguiente, cuando fueron a buscar los huevos al gallinero se toparon con que la flamante gallina había puesto ¡un huevo de oro! Sin salir de su asombro, a la pareja se le ocurrió que si mataban a la gallina, podrían hacerse de todos los huevos de oro al mismo tiempo sin tener que esperar a que ponga un único huevo por día. El problema fue que, cuando la mataron, en el estómago de la gallina no encontraron nada. Se quedaron sin la gallina y sin los huevos de oro
Una rana descansaba a la orilla del río hasta que la aparición de un escorpión la puso en alerta. Apenas el arácnido le dijo las primeras palabras, la rana se tranquilizó: — Ranita, ¿serías tan amable de montarme en tu lomo para que pueda atravesar el río? Prometo que no te picaré. Si lo hago, ambos nos ahogaríamos— le dijo el escorpión. Luego de analizarlo un rato, en silencio, la rana aceptó el pedido del escorpión. Lo invitó a subirse a su lomo, se zambulló en el río y empezó a nadar. Pero, en medio del trayecto, la rana sintió un fuerte pinchazo y un profundo dolor: el escorpión, pese a su promesa, la había picado. Asustada y débil al mismo tiempo, la rana le preguntó a su pasajero por qué lo había hecho, y le advirtió que ambos morirían
Una hormiguita muy trabajadora, tenía una labor muy importante que cumplir, recolectar todos los granos necesarios para alimentarse durante el invierno. En su trayecto, se topó con una pequeña cigarra cantando alegremente, Cuando veía pasar a la hormiga, junto a todas sus compañeras recogiendo alimento, solía decirles con un tono burlón:¿Para qué trabajan tanto? Terminado el verano, la cigarra desesperada y hambrienta… fue al hormiguero diciendo que no tenia nada que comer. La pequeña hormiga la miró con una gran sonrisa, y dijo como cantaste todo el verano, pues ahora baila en el invierno.
Pedro solía divertirse burlándose de sus vecinos, pues gritaba por un lobo y cuando todos venían a socorrerlo, se reía diciéndoles que había sido una mentira. Hasta que un día, vino un lobo y lo quiso atacar. Cuando Pedro comenzó a pedir auxilio, nadie le creyó.
Por la tarde, se encontraba el rey de la selva tomando su siesta. Entorno a su pelaje, jugaba un ratoncito sin parar. A los pocos segundos, el enorme felino sintió los pasos del pequeño; enseguida despertó. El ratón pegó un brinco de susto; el león se llenó de furia. Bajo su instinto natural, pensó en comerse al pequeño; pero, estando el ratón muy cerca de sus afilados dientes… suplicó misericordia prometió que haría lo necesario para devolverte el favor. El león al escuchar esto, soltó una enorme carcajada. ¡No lo creo! Llegaron los cazadores, atentaron contra el león. El león ante su ansiedad y desespero, comenzó a emitir fuertes rugidos de auxilio. A lo lejos, el ratón logró escucharlo. Corrió rápidamente; y al llegar, masticó la cuerda hasta liberarlo.
La ambición de tenerlo todo puede llevar a perder lo que lograste.
No digas mentiras, porque el día que cuentes la verdad, nadie te creerá.
La codicia nunca es buena consejera: nos puede llevar a perder lo que tenemos y a convertir la fortuna en pasajera
Las cosas no llegan solas, esfuérzate por lograr lo que necesitas y deseas. Ya verás los frutos en su debido tiempo
No intentes engañarte con alguien creyendo que es o puede ser igual que tú. Siempre habrá personas que sacarán su maldad sin importarles las consecuencias de sus actos, incluso cuando éstos puedan dañarlos a ellos mismos.
Jamás traiciones la confianza de un buen amigo solo por temor.
No subestimes a los demás, ni los juzgues por su apariencia. Valora cada promesa cumplida.
Quien hace el engaño, recibe el daño