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La resurrección de Jesús ilumina su existencia pasada y obliga a los apóstoles a entender de modo nuevo toda su vida terrenal.
Los cristianos están llamados a encontrarse cotidianamente con Jesús resucitado y mantener así viva la llama que ha ardido en el mundo desde hace dos milenios.
Los apóstoles pierden completamente este miedo y salen a la calle a gritar que Jesús ha resucitado.
La presencia de Jesús resucitado en medio de la comunidad es fundamental en la experiencia religiosa de cada cristiano.
Para afirmar que Jesús resucitó nos basamos en el testimonio de varios testigos oculares de Jesús resucitado, que coinciden con lo que anunciaban, incluso en contra de su propia naturaleza humana
Con la resurrección, los apóstoles se convencen que Jesús es el Salvador y proyectan su vida y hechos como promesa presente y futura. Ya no es más el Jesús de Nazareth que habla y actúa, es Cristo resucitado y glorioso, presente como soberano de la Iglesia.
La resurrección de Jesús, que se relaciona también con el envío del Espíritu Santo, ha revelado a los apóstoles el misterio de Cristo, el significado profundo de su misión y persona, la verdadera comprensión de su vida.