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Uso arbitrario de las escalas de calificación

Desconexión con los objetivos educacionales.

Predominio de la Heteroevaluación

Ausencia de Evaluación formativa

Subjetividad en la calificación

Utilización de un rol de exámenes

Confusión entre medición y evaluación

Tendencia a evaluar sólo la evocación

Improvisación al preparar las pruebas

Los promedios como evaluación sumativa

La evaluación del aprendizaje se aplica en función de los contenidos y no de los objetivos que hayan previsto. En consecuencia, las preguntas o reactivos de evaluación se formulan arbitrariamente y a veces sobre un conjunto muy amplio de contenidos que, además, no se hayan traducidos en conductas.

Normalmente la evaluación está limitada a la iniciativa del docente, no suele considerarse la evaluación que sobre su propio proceso educativo realiza el educando ni la interevaluación, o coevaluación, que es la evaluación de unos educandos por otros educandos dentro del grupo.

Este es un defecto constante al elaborar las pruebas. Solo interesa la capacidad de los estudiantes para recordar nombres, fechas, clasificaciones. Posiblemente abundan estás preguntas porque son más fáciles de formular y pueden sacarnos del apuro, cuando no hemos planificado cuidadosamente el proceso de evaluación de los educandos.

Es habitual considerar que toda evaluación del aprendizaje debe expresarse como nota o puntaje definitivo. Interesan los resultados finales y no el proceso que lleva a esos resultados, como oportunidad para efectuar los correctivos que sean necesarios.

La medición, consistente en asignar puntajes al rendimiento del estudiante, no representa más que un medio en el proceso de evaluación educativa. No es un fin en sí misma. Pero es la medición la nota, a lo que se reduce la evaluación quedando el proceso incompleto.

No hay planeamiento cuidadoso de las pruebas ni tampoco suele prepararse banco de preguntas por iniciativa personal.

Es usual promediar rubros diferentes de la evaluación, al margen de la complejidad y tiempo que demanden cada uno. Así pueden promediarse las intervenciones orales que duran uno o dos minutos con pruebas escritas de una o dos horas y trabajos prácticos o monografías, que deben elaborarse en varias semanas de trabajo.

No existen criterios preestablecidos. También se conoce como evaluación tipo juicios de expertos, que deja de lado una verdadera medición durante la acción educativa o en sus resultados finales.

Este error condiciona negativamente el ritmo de aprendizajes de los estudiantes y distorsiona el funcionamiento del proceso educativo y la evaluación, haciendo que ésta sea periódica y, por tanto, no permanente o continua. Divide al tiempo de trabajo educativo en dos partes: Época de clases, época de exámenes.

Cuando hay un patrón fijo, que en nuestro medio es la nota 5 como indicador de reprobación, el uso de la escala puede presentarse a subjetividad. Esto sucede cuando algunos docentes dan una "ayudadita" para que ciertos alumnos puedan aprobar, añadiendo un punto o medio punto varias veces en el momento de hacer la evaluación sumativa.