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“Don Quijote y Sancho salen al camino para revivir la época de la caballería, combatir el mal y deshacer entuertos. Posteriormente viene la mítica batalla con los molinos de viento que al principio Don Quijote confunde con gigantes. Pero después de un duro golpe y enfrentarse con la realidad, le achaca el fracaso en la contienda a las maquinaciones de su enemigo, el oscuro Encantador, con quien un día se encontrará en mortal combate”. (Morris, 2013, p.1)

Por alguna curiosa coincidencia, una mañana de hace tiempo en la quietud del mundo, cuando había menos ruido y más verdor, y los hobbits eran todavía numerosos y prósperos, y Bilbo Bolsón estaba de pie en la puerta del agujero, después del desayuno, fumando una enorme y larga pipa de madera que casi le llegaba a los dedos lanudos de los pies (bien cepillados), Gandalf apareció de pronto. (…) No había bajado a aquel camino al pie de la Colina desde hacía años y años, desde la muerte de su amigo el Viejo Tuk, y los hobbits casi habían olvidado cómo era. Había estado lejos, más allá de la Colina y del otro lado de Delagua por asuntos particulares, desde el tiempo en que todos ellos eran pequeños niños hobbits y niñas hobbits. (Tolkien, 1995, p.3)

En “El hobbit: La desolación de Smaug” continúa la aventura de Bilbo Bolsón, junto a Gandalf y trece enanos, guiados por Thorin Escudo de Roble, en una misión épica para reivindicar la Montaña Solitaria y el reino perdido de los enanos, Erebor. Tras sobrevivir al inicio de su inesperado viaje, la Compañía se dirige al Este. A lo largo de su viaje se encuentran con el cambia-pieles Beorn y un enjambre de arañas gigantes en el traicionero Bosque Negro. Tras escapar de los peligrosos elfos silvanos, los enanos se dirigen a Ciudad del Lago y posteriormente a la mismísima Montaña Solitaria. Allí se enfrentarán al mayor peligro de todos, la criatura más aterradora: el dragón Smaug. (Cine Mercedes, 2013, p.1)

Nerds de la Tierra Media, fanáticos de la literatura fantástica, gendarmes de las adaptaciones respetuosas, les advierto: The Desolation of Smaug no le es fiel a The Hobbit. J.R.R. Tolkien daría vueltas en su tumba oxoniense si pudiera ver a Peter Jackson usar la novela como mero listado de lugares que los enanos deben recorrer, para después reordenar el argumento a su gusto. Jackson transforma el universo asexual y sobrio de la Tierra Media literaria en un collage que incluye triángulos amorosos interraciales, personajes creados ex profeso para la película y secuencias de acción cuya ridiculez empalagosa haría sonrojar a Bugs Bunny. Pero pedirle lealtad a una adaptación es terquedad. Las películas no tienen que apegarse a los libros de los que se desprenden. Basta ver las primeras cintas de Harry Potter: aburridísimas copias calca de la página. Si lo que te gusta es la novela, ve a leerla de nuevo. La licencia creativa, archivar la fuente, es el primer paso de cualquier adaptación exitosa. (Krauze, 2013, p.1)