Nos fortalece para anunciar el evangelio.
Nos fortalece en la enfermedad
Nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
Consagra a algunas personas para ser sacerdotes.
Nos hace participes del cuerpo y la sangre de Jesús.
Bendice la unión de un hombre y una mujer.
Nos perdona de nuestros pecados.