5.
Cuatro o cinco noches antes, al concluir un recibo en su propia casa, María Elvira se había sentido mal ―cuestión de un baño demasiado frío esa tarde, según opinión de la madre―. Lo cierto es que había pasado la noche fatigada, y con buen dolor de cabeza. A la mañana siguiente, mayor quebranto, fiebre; y a la noche, una meningitis, con todo su cortejo. El delirio, sobre todo, franco y prolongado a más no pedir. “La meningitis y su sombra” de Horacio Quiroga.