Vivía en el bosque una tortuga, que salía a pasear las tardes de sol. Siempre se veía con la liebre, animal poco amigable.
Nunca te burles de nadie. Más vale sin pausa pero sin prisa, que ser tan vanidoso.
La liebre siempre se burlaba de la tortuga por ser lenta. Un día haciéndose la orgullosa, le propuso jugar una carrera a la tortuga. La tortuga aceptó y comenzaron a correr. Como la liebre le sacó mucha ventaja, paró a descansar un rato.
Finalmente la liebre quedó dormida y la tortuga despacio, despacio fue llegando a la meta y ganó. Al darse cuenta la liebre se puso muy nerviosa y nunca más se burló de nadie.
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