Examina al protagonista, que, después de haber cometido un delito perfecto, sin dejar rastro alguno, se siente obsesionado hasta el punto de que acaba por confesarlo.
El sentimiento de culpa, persigue al asesino de una mujer.
El criminal confiesa el homicidio cuando cree oír latir el corazón de la víctima, cuyo cadáver había ocultado bajo un pavimento de madera.
La atmósfera que rodea al castillo como un vapor pestífero, por lo que la casa parece identificarse con el destino de sus habitantes: con ellos desaparece en las turbias aguas del estanque.
Es una morbosa descripción de los horrores de la Inquisición.
"EL ESPÍRITU DEL PERVERSO"