C.
Cervantes no nos manifestó ninguna intención, pero sí deja vislumbrar algunas. "El Quijote" es, en sí, una amalgama de intenciones y ninguna clara o precisa. Así, para una parte de la crítica es una obra de humor, una burla del idealismo humano (concepción evidente para sus contemporáneos: «leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente de alabarla»); para otra, una destilación de amarga ironía, un canto a la libertad, cargado de un claro rasgo dramático (desde la época del Romanticismo); para otra, es una queja estoica de la sociedad española del momento, donde vemos a todos los estamentos sociales, costumbres, creencias, etc.; para otra parte de la crítica "El Quijote" se propone negar y destruir el género de las novelas de caballerías, claramente imaginario, y convertirse en el creador de la novela realista, verosímil, queriendo pintarnos la realidad del momento.