9.
Susana y David eran dos hermanos mellizos que habían nacido con mucha suerte en su vida. Sus padres les querían desde antes de nacer, y de hecho cuando se enteraron de que tendrían dos hijos a la vez, se sintieron muy orgullosos, y enseguida empezaron a buscar nombres de niño y de niña. Los niños nacerían en el seno de la mejor familia que se podía tener, llena de amor, cariño, comprensión y protección, donde se sentirían en su verdadero hogar, acogedor y cálido. cuento-infantil-dia-internacional-del-niño El gran día llegó y tanto Susana como David intentaron actuar lo mejor posible, y nacieron bien grandotes y sanos, con muchas ganas de vivir y ser felices. David no paraba de llorar del hambre que tenía, y Susana nació más tímida, aunque también devoró desde el primer momento. Cada uno con su carácter y forma de ser fueron creciendo, y por parte de sus padres no les faltaba de nada para seguir creciendo, aprendiendo y viviendo. Ambos eran dos máquinas de comer que sus padres muy agradecidos por ello, intentaban saciar constantemente. Un buen día, llegó el momento de empezar el colegio, y cada uno tuvo sus argumentos para negarse a ello. Los niños no llegaban a comprender porque era tan importante la educación en el colegio, y por eso, sus padres intentaron explicarles lo que significaba ser alguien en la vida, y tener hijos como ellos, educados y buenas personas. Así fue como comenzaron la aventura colegial, y les gustaba tanto estar con sus amigos de todas las razas, religiones y colores de piel, que cuando llegó Evaristo con sus muletas y Leonor en su silla de ruedas, los aceptaron inmediatamente en el grupo, ¡todos eran iguales, todos eran personas buenas!. Los niños se pasaban el día jugando con sus amigos, y cuando llegaban a casa y tenían que hacer la tarea que los profesores les habían mandado, la hacían muy bien y muy rápido para seguir jugando un rato más antes de la cena. En casa ayudaban mucho a sus padres, ponían la mesa juntos, hacían su cama y recogían sus juguetes sin rechistar. En ese sentido trabajaban mucho colaborando en las tareas de la casa, para que sus padres tuvieran más tiempo libre para jugar con ellos. Así fue como Susana y David se hicieron mayores, y el Día Internacional del Niño en el año que cumplían 18 años, en la asignatura de Derechos Humanos, hicieron un trabajo de tipo autobiográfico, donde escribieron la historia de su vida, y cómo debería tratarse a los niños desde que nacen. Desde entonces, ambos se dedican al cuidado de sus hijos y de miles de niños de todo el mundo, a través de fundaciones y organizaciones en defensa de los derechos del niño, donde su lema es: – “¡Sé feliz, sé un niño!”. FIN. Según la historia, este texto es de tipo