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Caminaba entre los pastos sin saber hacia dónde ir, cuando escuchó un sonido: bzzz... bzzz..

Olegario era un bicho de luz como todos. Los ojos eran de bicho de luz. Las alas eran de bicho de luz. La boca era de bicho de luz.

_ Decime una cosa... _ Le preguntó el bicho bolita_ . ¿hace mucho que se apagó?

Pero la sonrisa no se veía del todo feliz: era un bicho apagado. Los bichos de luz salen de noche, vuelan prendiendo y apagando su luz.

_ No, no se apagó. Nunca prendió.

¿Qué es eso? ¡qué velocidad, qué precisión! Eran las abejas trabajando. Olegario, encantado, intentó hacer miel como ellas, pero quedo todo pegajoso.

Las hormigas pasaban apuradas, siempre en fila, llevando hojas, muy concentradas en su trabajo. Olegario cargó una margarita al hombro y las siguió.

Olegario se sentó entre las hojas y mientras descansaba vio un inmenso caracol.

Al pasar cerca de unos juncos, sintió pasos. Era un ciempiés muy apurado.

Seguro que dentro del hormiguero encontraría la solución. Son tan organizadas que deben tener un electricista, pensó mientras daba pasos de hormiga.

Olegario decidió perseguirlo, pero el ciempiés caminaba noventa y ocho veces más rápido rápido el y en pocos segundo se alejó.

_Dígame, Don Col _ Le preguntó_, ¿Cómo se ilumina Usted ahí adentro?

Cuando ya no sabia qué hacer, pasó un bicho peludo, todo mojado, con un destornillador en la mano diciendo:

Y en un minuto se hizo la luz. Olegario miraba y no podía creerlo. ¡Se veía todo tan claro!

¡Qué día, qué día mas insoportable! todo por hacer favores... - Sé sacudió con fuerza mojando a Olegario, que no entendía nada.

Era un sensación rarísima, como si la luz hubiera también hubiera llegado hasta dentro de él, como si por primera vez se reconociera.