Cambios excesivos de humor de entusiasmo a agresividad.
Movimientos incontrolables de las piernas.
Escalofríos con "piel de gallina".
Tomar opioides incluso cuando no se siente dolor.
Problemas respiratorios.
Deseos intensos de consumir la droga.
Cambios en los hábitos de sueño.
Estreñimiento.
Dolores en músculos y huesos.
Problemas para dormir.
Aletargamiento.
Tendencia a manifestar conductas arriesgadas o de búsqueda de emociones.
Náuseas.
Sedación.
Confusión.
Diarrea y vómitos.