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1. Capitalismo
2. Socialismo
3. Economía Mixta

La defensa de la clase obrera, en ocasiones, se hace en detrimento del empresario. Esto podría desincentivar la llegada de empresas y, por ende, la creación de empleo.

El sector privado presenta incertidumbre respecto a intromisiones del gobierno en sus operaciones y negocios, lo cual puede generar especulación de mercado.

Se pueden dar abusos en el mercado laboral, explotando a trabajadores que no tienen el mismo poder de negociación que sus empleadores.

Los impuestos suelen ser altos ya que el gobierno busca garantizar sus ingresos.

La eliminación de la propiedad privada podría eliminar los incentivos con los que cuenta el empresario para invertir. Lo que podría llevarnos a una situación de menor bienestar, por la huida de los capitales.

Privilegiar el bienestar general, por otro lado, también podría mermar la economía. En este sentido, la defensa de una sociedad igualitaria, al no primar tanto la meritocracia, podría espantar el talento y el capital humano.

No se prioriza el abastecimiento de bienes y servicios básicos a la población, siendo comercializados como cualquier otra mercancía, lo que hace que un sector de la población aún no pueda acceder a un mayor nivel de vida.

La sobrerregulación del mercado laboral puede echar del mercado formal a muchos empleados, que comienzan a trabajar en el sector informal. Ello, con menos derechos y menor retribución, entre otros aspectos.

Se suele dejar en segundo plano el tema de la desigualdad. Esto puede ser peligroso pues, de agrandarse mucho la brecha o diferencias socioeconómicas en un país, se podría generar un conflicto social.

Se privilegia el bienestar individual, que en ocasiones puede chocar con el interés colectivo.

Las desigualdades, como decíamos al inicio, en ocasiones son herramientas que, para el capitalista, permiten el desarrollo y la libre competencia. En este sentido, una constante lucha por eliminar las desigualdades, a largo plazo, también podría fomentar la huida del talento.

La falta de control por parte del Estado podría llevar al desbalance económico.

Para que el sistema funcione correctamente, se requiere de un gran control y equilibrio entre las partes relacionadas.

Garantizar el acceso universal a los servicios básicos tiene un coste. Esa mayor presión fiscal, con el fin de sufragar el mayor coste del Estado, podría espantar la inversión extranjera y, de la misma forma, el capital.