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Cuando la pandemia de la covid-19 tocó nuestra puerta, grandes organizaciones y expertos se dedicaron a predecir un apocalipsis africano, basándose en una posible tormenta perfecta en la que se fundían sistemas de salud desmantelados, enfermedades ya existentes y vulnerabilidades varias. Hemos llegado a fin de año con casi 82 millones de casos y casi dos millones de muertes a nivel mundial. Sin embargo, en África, continente que representa el 17% de la población mundial, los casos positivos rondan los tres millones (que se sepa) y las muertes en poco más de 63.000, mientras que las recuperaciones superan los dos millones. Los científicos del equipo covid-19 de la Academia Africana de Ciencias afirmaban en septiembre que la transmisión ha sido alta, pero la gravedad y la mortalidad han sido mucho más bajas que las predicciones originales, basadas en la experiencia de China y Europa. Una población muy joven, diferencias climáticas, inmunidad preexistente, factores genéticos o diferencias de comportamiento se sitúan en entre las explicaciones más probables a esta situación, junto con la falta de datos fiables sobre lo que realmente ocurre. También, mal que pese a algunos agoreros, hay otra razón de peso: una preparación anticipada ante la debacle que África observaba en Europa. Lo planteaba el doctor Iñaki Alegría en un artículo de Planeta Futuro titulado ¿Y si África lo ha hecho realmente mejor?. Incluimos sobre este párrafo un vídeo de la antropóloga española Julienne Anoko, entrevistada por José Naranjo, en Casa África, donde explica los entresijos de la epidemia en tierra africana. Puede ayudar a comprender mejor la situación entre nuestros vecinos. Y dejamos para otro día y otro texto la recesión, el incremento de la pobreza y el hambre y otros efectos adversos de la pandemia.

Para ir cerrando este breve repaso de buenas noticias del 2020 en el continente africano, nos remitimos a la información publicada por Europa Press respecto a los avances del acuerdo de paz en el país más joven del continente africano. El Gobierno de unidad sursudanés empezó a funcionar en febrero, fruto del acuerdo de paz firmado en 2018 por el presidente sursudanés, Salva Kiir, y el vicepresidente primero, Riek Machar. El país espera avanzar en la unificación y despliegue de las fuerzas de seguridad conjuntas y reconstituir su parlamento y sus líderes han mostrado un optimismo que habría que atemperar a la vista de la situación siempre volátil del país y la violencia que no cesa.

Los africanos y las africanas no se dejaron silenciar sin luchar en un año en que la pandemia fue la excusa perfecta para prohibir la toma de las calles por la población y reprimir impunemente a periodistas, defensores de derechos humanos y activistas. #EndSARS es, posiblemente, uno de los hashtags del año. Carlos Bajo Erro nos contaba su génesis hace cerca de tres años, cuando comenzó a aparecer en las redes sociales la etiqueta de manera intermitente y también su explosión en octubre. En los últimos meses, los abusos policiales se ha aupado en las preocupaciones de los nigerianos que han visto cómo se imponían con extremada fuerza las medidas de lucha contra la covid-19. La batalla de #EndSARS se ha saldado con un triunfo parcial, con la disolución del escuadrón policial contra el que protestaban los nigerianos, aunque todavía queda pendiente la investigación de la masacre de Lekki y no cesa el clamor popular contra la impunidad, la corrupción y la violencia estatal.

Entre las 15 buenas noticias para las mujeres que El País publicó este mes figuraba esta: en junio, entró en vigor en Sudán la ley que condena a hasta tres años de prisión, además de al pago de una multa, a quienes practiquen la mutilación genital femenina. Unicef estima que el 87% de la población femenina ha sufrido esta práctica en el país, uno de los pocos donde todavía era legal hasta este año. Restan cinco territorios africanos que no han legislado contra ella: Somalia, Sierra Leona, Liberia, Chad y Mali. Según explicábamos en Planeta Futuro, el Gobierno de transición sudanés se ha comprometido a priorizar los derechos de las mujeres y el primer ministro designó a mitad de este año a mujeres para cargos de gabinete de asuntos exteriores, juventud y deportes, educación superior y desarrollo laboral y social. El nuevo régimen también derogó su ley de orden público, que restringía estrictamente la libertad de vestir, movimiento, asociación, trabajo y estudio de las mujeres.

En un panorama político algo convulso, en el que el apetito por estirar los mandatos presidenciales más allá de lo legalmente permitido y la represión del disenso han sido noticia en África, el pequeño y modesto Malaui dio la campanada democrática. Con menos de la mitad de habitantes que España y prácticamente invisible en las noticias, repitió elecciones presidenciales en junio. El Tribunal Constitucional invalidó los comicios de mayo del año pasado en febrero, justificando su decisión en “irregularidades generalizadas y sistemáticas”, y forzó una repetición electoral. El líder opositor Lazarus Chakwera ganó los comicios de junio y se convirtió en el nuevo presidente del país, mientras que colectivos de la sociedad civil y observadores internacionales destacaron la limpieza y ausencia de incidentes de una jornada electoral modélica.

África logró la eliminación del poliovirus salvaje en 2020, un hito que muestra cómo el continente sale al golpito y calladamente de sus crisis, al tiempo que se va manejando con la malaria, la tuberculosis, el vih-sida o la covid-19, armado con resilencia y constancia. El último caso africano se registró en Nigeria hace cuatro años y los expertos hablan de lecciones aprendidas: involucrar a las comunidades, construir relaciones de confianza, informar con transparencia y paciencia para evitar los rumores y los reveses.