Actividad física exagerada o desórden alimentario.
Confusión.
Incapacidad de tomar decisiones.
Risa nerviosa.
Bajo estado de ánimo y pérdida de autoestima.
Vulnerabilidad antes las críticas.
Apatía, pesimismo y temor a padecer enfermedades.
Tensión.
Abusar de los fármacos (tranquilizantes).
Bloqueo mental.
Arrancarse el pelo o morderse las uñas.
Fumar y beber más de lo habitual.
Tartamudear.
Volubilidad emocional: de alegre a triste.
Olvidos frecuentes.
Pérdida de energía física o psíquica.
Se distrae fácilmente.
Inestabilidad e inquietud.