Júpier y Mercurio salieron a peregrinar por Bitinia.
Baucis y Filemón prepararon y sirvieron alimentos dignos de los dioses, sin saber de dónde habían salido mágicamente.
Los ancianos asombrados, rezaron plegarias y pidieron perdón por la pobreza de los alimentos.
Una pareja de ancianos, Filemón y Baucis, los recibieron con los honores que se merecen por ser dioses,
Los dioses juraron castigar al pueblo impío.
Nadie en Bitinia les abrió la puerta.
El pueblo se volvió un pantano y la choza de los ancianos se convirtió en un templo.
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