Postulaba que el presidente de la república debía asumir un principio de autoridad suprema e incuestionable, al igual que el rey en el período colonial. Debía ser un “verdadero rey sin corona”. Para esto, proponían un Estado unitario y centralizado, cuya máxima autoridad ejecutiva –el Presidente de la República– contase con facultades que permitiesen su intervención en casi todos los ámbitos.