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Aun así, los colores de un equipo suelen tener valor trascendental. Después de la derrota contra Uruguay en 1950, Brasil no quiso regresar al campo con su habitual camiseta blanca. Cualquier alusión al “Maracanazo” traería mala suerte.

En los tiempos heroicos del fútbol, las camisetas no tenían anuncios y la sudadera del portero era lavada y remendada por su madre.

Hoy los jugadores son anuncios ambulantes, como los hombres-sándwich que caminaban por las ciudades promoviendo alguna pomada contra el pie de atleta.

Así surgió la canarinha. Lo peculiar es que Aldyr era devoto de la selección uruguaya. Como en ciertos ritos, el cambio de piel necesitaba del favor de un enemigo.

La Confederación Brasileña de Deportes y el periódico Correio de Manha organizaron un concurso en busca de un nuevo uniforme que fue ganado por Aldyr García Schlee.

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