La reforma católica

Martin Lutero fue un sacerdote que lideró un movimiento en Alemania que procuró la reforma o la renovación del cristianismo. La proclamación de las indulgencias en 1517, por parte del fraile dominico Johann Tetzel, produjo en Martin Lutero un cambio de actitud con respecto a la iglesia. Para manifestar su descontento frente a esta decisión pontificia, Lutero clavó en la puerta de Wittemberg sus 95 tesis, donde consigno sus ideas reformistas, las cuales pronto se difundieron por toda Alemania.
Uno de los fundamentos de su doctrina fue el tema de la salvación de los hombres y las mujeres. Lutero afirmó que los seres humanos son imperfectos y tienden a pecar durante toda su vida, pero que a pesar de ello, podía alcanzar la salvación por medio de la fe y la asistencia divina. Según él, la salvación era un problema de fe y además era individual. Cada hombre y mujer debería responsabilizarse en la búsqueda de su propia salvación.
Otro elemento importante destacado por Lutero es el hecho de que todos los individuos se podían acercar a la lectura e interpretación de las sagradas escrituras y establecer un dialogo cercano y sin la intervención de la iglesia entre el creyente y Dios.
Según Lutero, no necesitamos de las buenas obras ni de las acciones materiales (las indulgencias) para conseguir nuestra salvación. Igualmente negó que la adoración de los santos y santas instituidas por la iglesia, sirviera como instrumento de salvación.
En cuanto a los sacramentos, Lutero sólo reconoció dos de los siete instituidos por la iglesia: el bautismo y la eucaristía. El primero era importante, según él, porque con él se fortalecía la promesa divina de la salvación. En cuanto al sacramento de la eucaristía, Lutero negó el dogma de la transubstanciación que consistía que durante la consagración de la eucaristía se procedía a la conversión del pan y el vino en la sangre de Jesucristo.