Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, viene sin vara de mimbre entre los cinco tricornios.
¿Quién te ha quitado la vida cerca del Guadalquivir? Mis cuatro primos Heredias hijos de Benamejí. Lo que en otros no envidiaban, ya lo envidiaban en mí.
Soledad, ¿por quién preguntas sin compaña y a estas horas? Pregunte por quien pregunte, dime: ¿a ti qué se te importa? Vengo a buscar lo que busco, mi alegría y mi persona.
¿Qué es aquello que reluce por los altos corredores? Cierra la puerta, hijo mío, acaban de dar las once. En mis ojos, sin querer, relumbran cuatro faroles.
El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos.
La iglesia gruñe a lo lejos como un oso panza arriba. ¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia! Sobre la tela pajiza, ella quisiera bordar flores de su fantasía.
El veinticinco de junio abrió sus ojos Amargo, y el veinticinco de agosto se tendió para cerrarlos.
Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos. Niño, déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados.
Tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras. Con el alma de charol vienen por la carretera. Jorobados y nocturnos, por donde animan ordenan silencios de goma oscura y miedos de fina arena.
Su luna de pergamino Preciosa tocando viene. Al verla se ha levantado el viento que nunca duerme.
En la copa de un olivo lloran dos viejas mujeres. El toro de la reyerta se sube por las paredes. Ángeles negros traían pañuelos y agua de nieve.
Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta.
La casada infiel
Romance sonámbulo
Romance del Emplazado
Romance de la luna, luna
La monja gitana
Romance de la Pena Negra
Prendimiento de Antoñito el Camborio
Reyerta
Muerte de Antoñito el Camborio
Romance de la Guardia Civil Española
Preciosa y el aire
Muerto de amor