A.
Los conflictos que llevaron a la separación de las Iglesias de Oriente y Occidente iniciaron en la Edad Antigua. La Iglesia de Occidente reforzaba su organización y centraba el poder en el Rey, pero en Oriente, el Patriarcado de Constantinopla afianzaba su poder y se imponía sobre otras sedes orientales, como Éfeso, Antioquia o Alejandría pero estaba sometido a la voluntad imperial. Esta estrecha relación entre poder político y religioso favorecía a la Iglesia, que gozaba de protección del rey y se difundía entre nuevos fieles, a la vez que reforzaba el poder del Emperador, que tenía carácter divino.