EL TESORO COMPRENSIÓN LECTORA
EL TESORO
Había un hombre cuyo nombre era Isaac. Vivía en una pobreza tan grande que muchas veces se iba a dormir con hambre.
Una noche, tuvo un sueño. En el sueño, una voz le indicó que fuera hasta la capital del reino y buscara un tesoro bajo el puente, a un lado del palacio real.
–Es sólo un sueño –pensó al despertar, y no le puso atención.
El sueño se repitió. Pero Isaac siguió sin hacerle caso.
Al volver el sueño por tercera vez, se dijo:
–A lo mejor es cierto –y emprendió su viaje.
Atravesó bosques y montañas. La mayor parte del camino, la hizo a pie.
Ya en la ciudad, no se atrevía a buscar el tesoro.
Sin embargo, todos los días merodeaba por los alrededores del puente hasta el anochecer.
Un día, el capitán de los guardias le preguntó:
–¿Qué buscas aquí?
Issac le contó el sueño. El capitán se echó a reír.
–Pobre infeliz –le dijo–. ¡Qué pena haber estropeado tus zapatos por un sueño! Mira, si yo diera crédito al sueño que tuve una vez, iría ahora mismo a la ciudad de donde tú vienes y buscaría un tesoro bajo el horno de la casa de un hombre llamado Isaac. Y se rió de nuevo.
Isaac hizo una reverencia al capitán y emprendió el largo camino de regreso a casa.
Cruzó montañas. Atravesó bosques. La mayor parte del camino la hizo a pie.
Por fin, llegó a su pueblo.
Una vez en su casa, excavó bajo el horno y allí dio con el tesoro.
Isaac envió al capitán de los guardias un rubí magnífico, y por el resto de sus días vivió en armonía y nunca más volvió a ser pobre.
Construyó un templo y en uno de sus muros puso una inscripción: "A veces hace falta viajar lejos para descubrir lo que tenemos cerca".
Autor: Uri Shulevitz
Había un hombre cuyo nombre era Isaac. Vivía en una pobreza tan grande que muchas veces se iba a dormir con hambre.
Una noche, tuvo un sueño. En el sueño, una voz le indicó que fuera hasta la capital del reino y buscara un tesoro bajo el puente, a un lado del palacio real.
–Es sólo un sueño –pensó al despertar, y no le puso atención.
El sueño se repitió. Pero Isaac siguió sin hacerle caso.
Al volver el sueño por tercera vez, se dijo:
–A lo mejor es cierto –y emprendió su viaje.
Atravesó bosques y montañas. La mayor parte del camino, la hizo a pie.
Ya en la ciudad, no se atrevía a buscar el tesoro.
Sin embargo, todos los días merodeaba por los alrededores del puente hasta el anochecer.
Un día, el capitán de los guardias le preguntó:
–¿Qué buscas aquí?
Issac le contó el sueño. El capitán se echó a reír.
–Pobre infeliz –le dijo–. ¡Qué pena haber estropeado tus zapatos por un sueño! Mira, si yo diera crédito al sueño que tuve una vez, iría ahora mismo a la ciudad de donde tú vienes y buscaría un tesoro bajo el horno de la casa de un hombre llamado Isaac. Y se rió de nuevo.
Isaac hizo una reverencia al capitán y emprendió el largo camino de regreso a casa.
Cruzó montañas. Atravesó bosques. La mayor parte del camino la hizo a pie.
Por fin, llegó a su pueblo.
Una vez en su casa, excavó bajo el horno y allí dio con el tesoro.
Isaac envió al capitán de los guardias un rubí magnífico, y por el resto de sus días vivió en armonía y nunca más volvió a ser pobre.
Construyó un templo y en uno de sus muros puso una inscripción: "A veces hace falta viajar lejos para descubrir lo que tenemos cerca".
Autor: Uri Shulevitz
Edad recomendada: 6 años
Creada por
Esperanza Labrador Roa
Colombia
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