5.
Para defender una afirmación, apelamos a la autoridad de alguien que reconocemos con cualidades admirables, en lugar de ofrecer razones pertinentes; esto es, a la tesis sostenida, se le transfiere la propiedad de aceptabilidad de la persona a la que recurrimos como autoridad para defender nuestra posición y se considera que nuestra conclusión también debe ser aceptada sin mayor examen.