El
reto
de
una
nueva
vida
Era
el
año
1988
,
algo
muy
esperado
y
anhelado
llegaría
para
cambiar
mi
vida
,
la
posibilidad
de
estudiar
la
secundaria
en
la
normal
María
Auxiliadora
de
Guadalupe
Santander
.
Vivía
en
un
lugar
muy
apartado
de
Instituciones
Educativas
,
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mis
padres
decidieron
llevarme
al
internado
de
Guadalupe
,
estaba
feliz
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mi
único
deseo
era
estudiar
.
Con
mucho
esfuerzo
mis
progenitores
me
proveyeron
de
lo
necesario
para
el
ingreso
,
estaba
feliz
____________________
lo
que
no
sabía
era
que
el
cambio
traería
algunas
lágrimas
y
noches
en
vela
.
Era
un
lugar
agradable
y
las
monjitas
me
acogieron
con
mucho
cariño
;
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,
me
enfrentaba
a
una
vida
llena
de
normas
y
exigencias
a
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no
estaba
acostumbrada
,
no
porque
mis
patriarcas
en
casa
no
las
tuvieran
sino
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allí
los
horarios
y
las
rutinas
eran
muy
estrictas
.
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con
la
bienvenida
,
la
asignación
de
cama
en
un
dormitorio
para
40
niñas
,
una
asistente
que
se
convertiría
en
una
segunda
mamá
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sería
la
encargada
de
verificar
el
cumplimiento
de
nuestros
deberes
y
de
acompañarnos
en
todo
lo
concerniente
al
bienestar
y
rendimiento
académico
.
La
nostalgia
y
un
nudo
en
la
garganta
fueron
las
primeras
sensaciones
de
lo
mucho
que
extrañaría
a
mis
viejos
,
de
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me
molestaban
sus
regaños
y
su
exigencia
en
los
quehaceres
de
la
casa
.
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al
llegar
noche
y
entre
cobijas
,
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de
las
buenas
noches
,
el
llanto
no
se
hizo
esperar
.
La
campana
del
despertar
aún
muy
temprano
para
mí
anunciaba
el
inicio
de
una
rutina
que
solo
debía
durar
media
hora
:
tender
la
cama
,
tomar
la
ducha
,
vestir
uniforme
,
hacer
el
aseo
de
un
lugar
asignado
y
llegar
a
la
formación
para
los
buenos
días
,
una
oración
antes
del
desayuno
compuesto
por
un
café
,
una
fruta
y
un
pan
,
de
vez
en
cuando
un
huevo
que
para
mi
apetito
era
muy
poquito
.
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el
horario
del
colegio
para
luego
llegar
nuevamente
a
la
formación
para
el
almuerzo
que
parecía
más
un
lunch
;
pensé
que
iba
a
morir
de
hambre
.
En
la
tarde
estudio
individual
y
en
un
silencio
sepulcral
vigilado
por
una
de
las
religiosas
.
Al
decaer
la
tarde
un
breve
receso
y
la
comida
que
no
llenaba
mi
estómago
y
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no
podía
faltar
el
rezo
del
santo
rosario
antes
de
las
buenas
noches
para
regresar
de
nuevo
a
la
cama
.
No
fue
fácil
acomodarme
a
este
nuevo
ritmo
que
parecía
un
régimen
militar
.
Pesé
a
la
tristeza
,
el
apetito
que
no
podía
calmar
,
el
llanto
que
no
me
dejaba
conciliar
el
sueño
,
mi
gran
motivación
era
estudiar
por
tanto
debía
asumir
con
responsabilidad
y
de
la
mejor
manera
este
ambiente
.
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ya
me
sentí
muy
a
gusto
y
sobresaliendo
entre
las
mejores
tanto
en
la
academia
como
en
la
convivencia
,
no
obstante
,
sin
dejar
de
extrañar
a
mi
familia
a
quienes
ahora
valoraba
y
quería
más
que
a
nadie
.
Autor
:
Alicia
Triado
Sánche
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